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Consejos para la Iglesia
entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que
yo soy Jehová que os santifico”.
Éxodo 31:13
. El sábado que fue
dado al mundo como señal de que Dios es el Creador, es también
la señal de que es el Santificador. El poder que creó todas las cosas
es el poder que vuelve a crear el alma a su semejanza. Para quienes
lo santifican, el sábado es una señal de santificación. La verdadera
santificación es armonía con Dios, unidad con él en carácter. Se
recibe obedeciendo los principios que son el trasunto de su carácter.
Y el sábado es la señal de obediencia. El que obedece de corazón el
cuarto mandamiento, obedecerá toda la ley. Queda santificado por la
obediencia.
A nosotros como a Israel nos es dado el sábado “por pacto
perpetuo”. Para los que reverencian el santo día, el sábado es una
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señal de que Dios los reconoce como su pueblo escogido. Es una
garantía de que cumplirá su pacto en su favor. Cada alma que acepta
la señal del gobierno de Dios se coloca bajo el pacto divino y eterno.
Se vincula con la cadena áurea de la obediencia, de la cual cada
eslabón es una promesa
Acuérdate del día del sábado
Al mismo principio del cuarto mandamiento, el Señor dijo:
“Acordarte has”. Sabía que entre la multitud de cuidados y per-
plejidades, el hombre se vería tentado a excusarse de satisfacer todo
lo requerido por la ley, o se olvidaría de su importancia sagrada. Por
lo tanto dijo: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”.
Éxodo
20:8
.
Durante toda la semana, debemos recordar el sábado y hacer
preparativos para guardarlo según el mandamiento. No sólo de-
bemos observar el sábado en forma legal. Debemos comprender
su importancia espiritual sobre todas las acciones de nuestra vida.
Todos los que consideran el sábado como una señal entre ellos y
Dios y demuestren que Dios es quien los santifica, representarán los
principios de su gobierno. Pondrán diariamente en práctica las leyes
de su reino. Diariamente rogarán que la santificación del sábado
descanse sobre ellos. Cada día tendrán el compañerismo de Cristo y
ejemplificarán la perfección de su carácter. Cada día su luz brillará
para los demás en sus buenas obras.