Página 385 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos sobre mayordomía
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turbas enfurecidas, y en aquel entonces no podrán deshacerse de
sus bienes para hacer progresar la causa de la verdad presente. Me
fue mostrado que la voluntad de Dios es que, antes que venga el
tiempo de angustia, los santos se libren de cuanto los estorbe y hagan
pacto con Dios por medio de sacrificio. Si ponen sus propiedades
sobre el altar y preguntan fervorosamente a Dios cuál es su deber, les
enseñará cuándo habrán de deshacerse de aquellas cosas. Entonces
estarán libres en el tiempo de angustia y no habrá trabas que los
detengan
El espíritu de abnegación y sacrificio
El plan de salvación fue basado en el infinito sacrificio del Hijo
de Dios. La luz del Evangelio, que irradia de la cruz de Cristo, re-
prende el egoísmo y estimula la generosidad. No es de lamentar que
aumenten los pedidos de recursos. En su providencia, Dios invita a
su pueblo a que salga de su limitada esfera de acción para emprender
mayores cosas. En este tiempo, en que las tinieblas morales están
cubriendo al mundo, se necesitan esfuerzos ilimitados. La mundana-
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lidad y la avaricia están royendo las vísceras de los hijos de Dios.
Deben comprender que su misericordia es la que multiplica las de-
mandas de recursos. El ángel de Dios coloca los actos generosos al
lado de la oración. Le dijo a Cornelio: “Tus oraciones y tus limosnas
han subido para memoria delante de Dios”.
Hechos 10:4
Practicad la economía en vuestros hogares. Muchos están al-
bergando y adorando ídolos. Apartad vuestros ídolos. Renunciad a
vuestros placeres egoístas. Os ruego que no absorbáis los recursos
en el embellecimiento de vuestras casas, porque es el dinero de Dios
y pedirá que se lo devolváis. Padres, por amor de Cristo, no empleéis
el dinero del Señor para satisfacer las fantasías de vuestros hijos.
No les enseñéis a seguir la moda ni a practicar ostentación para
ganar influencia en el mundo. ¿Podría esto inclinarlos a salvar las
almas por las cuales Cristo murió? No; sólo crearía envidias, celos
y malas sospechas. Vuestros hijos se verían inducidos a competir
con la ostentación y extravagancia del mundo y a gastar el dinero
del Señor en aquello que no es esencial para la salud o la felicidad.
No enseñéis a vuestros hijos a pensar que vuestro amor hacia
ellos debe expresarse satisfaciendo su orgullo, prodigalidad y amor