Página 388 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Capítulo 49—La actitud cristiana hacia los
necesitados y los dolientes
Hoy día Dios da a los hombres la oportunidad de mostrar si aman
a sus prójimos. El que verdaderamente ama a Dios y a su prójimo
es aquel que manifiesta misericordia hacia los desheredados, los
dolientes, los heridos, los que se están muriendo. Dios insta a cada
hombre a empeñarse en realizar la obra que ha descuidado, a que
restaure la imagen moral del Creador en la humanidad
Esta obra en favor de los demás requerirá esfuerzo, abnegación
y sacrificio propio. Pero, ¿qué es el pequeño sacrificio que podemos
hacer en comparación con el sacrificio que Dios hizo por nosotros
en el don de su Hijo unigénito
Las condiciones para heredar la vida eterna son claramente esta-
blecidas por nuestro Salvador de la manera más simple. El hombre
que estaba herido y despojado (
Lucas 10:30-37
) representa a los
que son el objeto de nuestro interés, simpatía y caridad. Si descuida-
mos los casos de los necesitados e infortunados que nos son dados
a conocer, no importa quiénes puedan ser, no tenemos seguridad
de la vida eterna, ya que no hemos contestado las demandas que
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Dios ha puesto sobre nosotros. No nos compadecemos ni apiadamos
de la humanidad porque ellos sean parientes o amigos nuestros.
Seréis hallados transgresores del segundo gran mandamiento, del
cual dependen los otros seis últimos mandamientos. Cualquiera que
ofendiere en un punto, es culpado de todos. Aquellos que no abren
sus corazones a las necesidades y sufrimientos de la humanidad, no
abrirán sus corazones a las demandas de Dios que están establecidas
en los primeros cuatro preceptos del Decálogo. Los ídolos reclaman
el corazón y los afectos, y Dios no es honrado y no reina supremo
Debe ser escrito en la conciencia, como con buril de acero en una
roca, que el que desprecia la misericordia, la compasión y la justicia,
el que descuida a los pobres, que pasa por alto las necesidades de la
humanidad doliente, que no es bondadoso ni cortés, se conduce de
tal manera que Dios no puede cooperar con él en el desarrollo de su
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