Página 396 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
aquel que menos esperanza daba, asegurándoles que podían tornarse
irreprensibles e inofensivos, y adquirir un carácter que les hiciera
hijos de Dios
Puesto que los hijos de Dios son uno en Cristo, ¿cómo considera
Jesús las castas, las distinciones sociales, el apartamiento del hombre
de sus prójimos, debido al color, la raza, la posición, la riqueza, la
cuna, o las prendas personales? El secreto de la unidad se halla en la
igualdad de los creyentes en Cristo
Una ilustración de cómo se consigue la unidad
Cuando los creyentes que esperaban el próximo regreso del
Señor eran sólo un puñado, hace muchos años ya, los observadores
del sábado en Topsham, estado de Maine, se reunían para el culto
en la amplia cocina del Hno. Stockbridge Howland. Un sábado
de mañana, el Hno. Howland estaba ausente. Esto nos sorprendió,
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porque era siempre puntual. Muy pronto le vimos llegar con el rostro
iluminado por la gloria de Dios. “Hermanos—dijo—, he hallado
algo, y es esto: podemos adoptar una conducta que nos garantice la
promesa de la Palabra divina: ‘No caeréis jamás’. Voy a deciros de
qué se trata”.
Entonces contó que había notado que un hermano, que era un
pobre pescador, pensaba no ser estimado en lo que merecía, y que el
Hno. Howland y otros se creían superiores a él. Estaba equivocado;
pero ese sentimiento había impedido a ese hermano asistir a las
reuniones desde hacía algunas semanas. Así que el Hno. Howland
fue a su casa, y poniéndose de rodillas delante de él, le dijo:
—Perdóname, hermano, ¿qué daño te he hecho?
El hombre lo tomó del brazo y quiso hacer que se levantara.
—No—dijo el Hno. Howland—, ¿qué tienes contra mí?
—No tengo nada contra ti.
—Pero algo debes tener—insistió el Hno. Howland—, porque
antes conversábamos juntos, mientras que ahora no me hablas más;
quiero saber lo que pasa.
—Levántate, Hno. Howland—repitió el hombre.
—No, hermano, no me levantaré.