Página 399 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Capítulo 51—Las reuniones de oración
Las reuniones de oración deben ser los cultos más interesantes
que se tengan; pero con frecuencia son mal dirigidas. Muchos asisten
a la predicación, pero descuidan la reunión de oración. También en
ese punto se requiere reflexión. Se debe pedir sabiduría a Dios, y se
deben hacer planes para dirigir las reuniones de manera que sean
interesantes y atrayentes. La gente tiene hambre del pan de vida. Si
lo encuentra en la reunión de oración, irá para recibirlo.
Las oraciones y los discursos largos y prosaicos no cuadran en
ningún lugar, pero mucho menos en la reunión de testimonios. Se
permite que los más osados y los que están siempre listos para hablar
impidan a los tímidos y retraídos que den su testimonio. Los más
superficiales son generalmente los que tienen más que decir. Sus
oraciones son largas y mecánicas. Cansan a los ángeles y a la gente
que los escucha. Las oraciones deben ser cortas y directas. Déjense
las largas y cansadoras peticiones para la cámara privada, si alguno
las tiene que ofrecer. Dejemos al Espíritu de Dios entrar en nuestro
corazón, y él apartará toda árida formalidad
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Las oraciones en público no deben ser largas
Cristo inculcó en sus discípulos la idea de que sus oraciones
debían ser cortas y expresar exactamente lo que querían, y nada más.
Les indicó la longitud y el contenido que debían caracterizar sus
oraciones; debían expresar sus deseos de bendiciones temporales y
espirituales, y su gratitud por las mismas. ¡Cuán abarcante es esta
oración modelo! Se refiere a la necesidad real de todos. Uno o dos
minutos bastan para cualquier oración común. Hay casos en que la
oración nos es dictada en una forma especial por el Espíritu de Dios,
cuando se eleva la súplica en el Espíritu. El alma anhelante siente
agonía y gime en busca de Dios. El espíritu lucha como luchó Jacob,
y no quiere descansar sin manifestaciones especiales del poder de
Dios. Así quiere Dios que sea.
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