Página 400 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
Pero muchos elevan oraciones áridas como si fueran sermones.
Oran a los hombres y no a Dios. Si estuvieran orando a Dios, y
comprendiesen realmente lo que están haciendo, se alarmarían por
su audacia; porque dirigen un discurso al Señor a modo de oración,
como si el Creador del universo necesitase información especial
sobre temas generales relacionados con las cosas que suceden en
el mundo. Tales oraciones son todas como metal que resuena o
címbalo que retiñe. No son anotadas en el cielo. Los ángeles de Dios
se cansan de ellas, tanto como los mortales que están obligados a
escucharlas.
A Jesús se le encontraba a menudo en oración. Se retiraba a los
huertos solitarios o a las montañas para dar a conocer sus peticiones
a su Padre. Cuando había terminado los quehaceres y los cuidados
del día, y los cansados buscaban reposo, Jesús dedicaba el tiempo a
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la oración. No quisiéramos desalentar el espíritu de oración; porque
no se ora ni se vela bastante. Y menos aún se ora con el Espíritu y
también con comprensión. La oración ferviente y eficaz es siempre
oportuna, y nunca cansará. Una oración tal interesa y refrigera a
todos los que tienen amor por la devoción.
Se descuida la oración secreta, y ésta es la razón por la cual
muchos hacen oraciones tan largas, tediosas y sin valor cuando se
reúnen para adorar a Dios. Repasan en sus oraciones una semana de
deberes descuidados y oran en círculo, esperando compensar su ne-
gligencia y apaciguar su conciencia. Esperan ganar por su oración el
favor de Dios. pero con frecuencia estas oraciones logran solamente
hacer bajar a otros al nivel de las tinieblas espirituales en que está
la persona que las hace. Si los cristianos quisieran apropiarse de las
enseñanzas de Cristo acerca de velar y orar, rendirían un culto más
inteligente a Dios
Más alabanza en la oración
“Todo lo que respira alabe a Jah”.
Salmos 150:6
. ¿Hemos consi-
derado de cuántas cosas debemos estar agradecidos? ¿Recordamos
que las misericordias del Señor se renuevan cada mañana y que su
fidelidad es inagotable? ¿Reconocemos que dependemos de él, y
expresamos gratitud por todos sus favores? Por el contrario, con
demasiada frecuencia nos olvidamos de que “toda buena dádiva