Página 407 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Capítulo 53—La cena del señor
Los símbolos de la casa del Señor con sencillos y fácilmente
comprensibles, y las verdades representadas por ellos son del más
profundo significado para nosotros
Cristo se hallaba en el punto de transición entre dos sistemas y
sus dos grandes fiestas respectivas. El, el Cordero inmaculado de
Dios, estaba por presentarse como ofrenda por el pecado, y así aca-
baría con el sistema de figuras y ceremonias que durante cuatro mil
años había anunciado su muerte. Mientras comía la pascua con sus
discípulos, instituyó en su lugar el rito que había de conmemorar su
gran sacrificio. La fiesta nacional de los judíos iba a desaparecer para
siempre. El servicio que Cristo establecía había de ser observado
por sus discípulos en todos los países y a través de todos los siglos.
La Pascua fue ordenada como conmemoración del libramiento
de Israel de la servidumbre egipcia. Dios había indicado que, año
tras año, cuando los hijos preguntasen el significado de este rito,
se les repitiese la historia. Así había de mantenerse fresca en la
memoria de todos aquella maravillosa liberación. El rito de la cena
del Señor fue dado para conmemorar la gran liberación obrada como
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resultado de la muerte de Cristo. Este rito ha de celebrarse hasta que
él venga por segunda vez con poder y gloria. Es el medio por el cual
ha de mantenerse fresco en nuestra mente el recuerdo de su gran
obra en favor nuestro.
El ejemplo de Cristo prohíbe la exclusividad en la cena del Señor.
Es verdad que el pecado abierto excluye a los culpables. Esto lo
enseña claramente el Espíritu Santo ver.
1 Corintios 5:5
. Pero fuera
de esto, nadie ha de pronunciar juicio. Dios no ha dejado a los
hombres el decidir quiénes se han de presentar en estas ocasiones,
Porque, ¿quién puede leer el corazón? ¿Quién puede distinguir la
cizaña del trigo? “Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma
así del pan, y beba de la copa”. Porque “cualquiera que comiere este
pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del
cuerpo y de la sangre del Señor”. “El que come y bebe indignamente,
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