Página 427 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Capítulo 56—La relación con los que no son de
nuestra fe
Puede formularse la pregunta: ¿No hemos de tener ninguna unión
con el mundo? La Palabra del Señor ha de ser nuestra guía. Cualquier
conexión con los infieles e incrédulos que nos identificase con ellos,
está prohibida por la Palabra. Hemos de salir de entre ellos, y estar
separados. En ningún caso hemos de unirnos con ellos en sus planes
de trabajo. Pero no hemos de vivir una vida de reclusión. Debemos
hacer a los mundanos todo el bien que esté a nuestro alcance.
Cristo nos dio ejemplo de ello. Cuando los publicanos y peca-
dores lo invitaban a comer, no rehusaba; porque de ninguna otra
manera que tratándose con ellos podía alcanzar esta clase. Pero
en toda ocasión les presentaba temas de conversación que atraían
su atención a cosas de interés eterno. Y él nos recomienda: “Así
alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
Mateo 5:16
La sociedad de los incrédulos no nos hará daño si nos asociamos
con ellos con el propósito de conectarlos con Dios, y si somos lo
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suficientemente fuertes espiritualmente como para resistir su influen-
cia.
Cristo vino al mundo para salvarlo, para unir al hombre caído
con el Dios infinito. Los seguidores de Cristo deben ser canales
de luz. Manteniendo la comunión con Dios, deben transmitir a los
que están en las tinieblas y el error las selectas bendiciones que
ellos reciben del cielo. Enoc no se contaminó con la iniquidad
que existía en sus días; ¿por qué tendríamos que contaminarnos
en nuestros días? Podemos, al igual que nuestro Maestro, tener
compasión por la humanidad doliente, piedad con los desdichados,
y una consideración generosa hacia los sentimientos y necesidades
de los pobres, los que tienen problemas y los desalentados
Oro a Dios para que mis hermanos comprendan que el mensaje
del tercer ángel significa mucho para nosotros, y que la observancia
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