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Consejos para la Iglesia
del verdadero día de reposo es la señal que distingue a los que sirven
a Dios de los que no le sirven. Despiértense los que se han vuelto
soñolientos e indiferentes. Somos llamados a ser santos y debemos
aplicarnos cuidadosamente a no dar la impresión de que no tiene
importancia que conservemos o no las características peculiares de
nuestra fe. Nos incumbe la solemne obligación de asumir en favor de
la verdad y de la justicia una posición más decidida que la que hemos
asumido en lo pasado. La línea de demarcación entre los que guardan
los mandamientos de Dios y los que no los guardan debe resaltar
con claridad inequívoca. Debemos honrar concienzudamente a Dios
y emplear diligentemente todos los medios para cumplir nuestro
pacto con él, a fin de recibir sus bendiciones, que son tan esenciales
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para el pueblo que va a ser probado severamente. Deshonramos
grandemente a Dios si damos la impresión de que nuestra fe y
nuestra religión no constituyen una fuerza dominante en nuestra
vida. Así nos apartamos de sus mandamientos, que son nuestra vida
y negamos que él sea nuestro Dios y que seamos su pueblo
Hablando a los ministros y grupos de otras denominaciones
Tal vez tengáis ocasión de hablar en otras iglesias. Al aprovechar
esas oportunidades, recordad las palabras del Salvador: “Sed, pues,
prudentes como serpientes, y sencillos como palomas”.
Mateo 10:16
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No estimuléis la malignidad del enemigo pronunciando declaracio-
nes denunciatorias. En esa forma cerraríais las puertas a la entrada
de la verdad. Hay que dar mensajes bien definidos, pero guardaos de
crear antagonismo. Hay muchas almas que deben ser salvadas. Evi-
tad toda expresión dura. En vuestras palabras y obras sed sabios para
salvación, presentando a Cristo ante todas las personas con quienes
os relacionéis. Vean todos que vuestros pies están calzados con el
Evangelio de paz y buena voluntad hacia los hombres. Maravillosos
serán los resultados que veremos si nos dedicamos a la obra llenos
con el Espíritu de Cristo. Recibiremos ayuda en nuestra necesidad si
llevamos a cabo la obra con justicia, misericordia y amor. La verdad
triunfará y llevará hacia la victoria
Tenemos una obra que hacer en favor de los ministros de las
otras iglesias. Dios quiere que se salven. Ellos, como nosotros,
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pueden obtener la inmortalidad únicamente por la fe y la obediencia.