Página 435 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Nuestras relaciones con las autoridades civiles y con las leyes
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Procura que los mandamientos de Dios tengan menos poder en el
mundo que las leyes humanas. El hombre de pecado que pensó
cambiar los tiempos y la ley, y que siempre oprimió al pueblo de
Dios, hará promulgar leyes que obliguen a observar el primer día de
la semana. Pero el pueblo de Dios debe permanecer firme por él. Y
el Señor obrará en su favor, mostrando claramente que es Dios de
dioses.
La ley relativa a la observancia del primer día de la semana
proviene de una cristiandad apóstata. El domingo es una hechura del
papado, exaltada por el mundo cristiano por encima del santo día
de reposo de Jehová. En ningún caso deben rendirle homenaje los
hijos de Dios. Pero quiero que entiendan que no es hacer la voluntad
de Dios desafiar la oposición, cuando él desea que la evitemos. Así
crean prejuicios tan acérrimos que imposibilitan la proclamación de
la verdad. No hagáis en domingo demostración alguna que desafíe
las leyes. Si ello sucede en un lugar y sois humillados, la misma cosa
sucederá en otra parte. Podemos emplear el domingo para realizar
una obra que favorecerá el lado de Cristo. Hagamos lo mejor que
podamos trabajando con toda humildad y mansedumbre
Consagrar el domingo al trabajo misionero es arrancar el látigo
de las manos de los fanáticos arbitrarios, cuyo placer sería humillar
a los adventistas del séptimo día. Cuando vean que dedicamos los
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domingos a visitar a la gente y explicarles las Escrituras, compren-
derán que es inútil querer detener nuestra obra por medio de leyes
dominicales.
El domingo puede dedicarse a diversas actividades que lograrán
mucho resultado para Dios. Pueden celebrarse reuniones al aire libre
y en las casas particulares. Puede trabajarse de casa en casa. Los que
escriben pueden, en aquel día, redactar artículos para los periódi-
cos. Cuando sea posible se celebrarán reuniones religiosas, y se las
hará intensamente interesantes. Hablad con fuerza y seguridad del
amor del Salvador, y cantad verdaderos himnos de despertamiento
religioso. Hablad de la temperancia y de la vida religiosa genuina.
Aprenderéis así el arte de trabajar y alcanzaréis a muchas almas.
Consagren los maestros de nuestras escuelas el domingo al traba-
jo misionero. Se me ha mostrado que así podrán desbaratar los planes
del enemigo. Celebren los maestros, en compañía de sus alumnos,