Página 468 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
El fin está cerca
El regreso de Cristo a nuestro mundo no se demorará mucho.
Sea ésta la nota tónica de todo mensaje.
El Espíritu refrenador de Dios se está retirando ahora mismo del
mundo. Los huracanes, las tormentas, las tempestades, los incen-
dios y las inundaciones, los desastres por tierra y mar, se siguen en
rápida sucesión. La ciencia procura explicar todo esto. Menudean
en derredor nuestro las señales que nos dicen que se acerca el Hijo
de Dios, pero son atribuidas a cualquier causa menos la verdadera.
Los hombres no pueden discernir a los ángeles que como centinelas
refrenan los cuatro vientos para que no soplen hasta que estén se-
llados los siervos de Dios; pero cuando Dios ordene a sus ángeles
que suelten los vientos, habrá una escena de contienda que ninguna
pluma puede describir.
Si pudiese descorrerse el telón, y pudieseis discernir los propósi-
tos de Dios y los juicios que están por caer sobre un mundo conde-
nado, si pudieseis ver vuestra propia actitud, temeríais y temblaríais
por vuestras propias almas y por las almas de vuestros semejantes.
Haríais ascender al cielo fervientes oraciones con corazón angustia-
do. Lloraríais entre el pórtico y el altar, confesando vuestra ceguera
espiritual y apostasía
El peligro de pensar que se demora la venida de Cristo
Aquel siervo malo que dice en su corazón: “Mi señor tarda
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en venir” (
Mateo 24:48
), profesa estar aguardando a Cristo. Es un
“siervo” exteriormente dedicado al servicio de Dios, mientras que
en su corazón ha cedido a Satanás. No niega abiertamente la verdad,
como el escarnecedor, sino que revela en su vida el sentir de su
corazón, a saber, que la venida del Señor se tarda. La presunción
lo vuelve negligente respecto de los intereses eternos. Acepta las
máximas del mundo y se conforma a sus costumbres y prácticas. En
él predominan el egoísmo, el orgullo mundanal y las ambiciones.
Temiendo que sus hermanos ocupen un puesto más elevado que
él mismo, empieza a hablar despectivamente de sus esfuerzos y a
impugnar sus motivos. Así hiere a sus consiervos. A medida que
se aparta del pueblo de Dios, se une más y más con los impíos. Se