Página 467 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Algunas cosas para recordar
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sellando el destino de vuestra alma. Seréis pesados en la balanza, y
hallados faltos. Os serán retirados para siempre la gracia, la paz y
el perdón; Jesús habrá pasado para nunca más estar al alcance de
vuestras oraciones y súplicas. Mientras dura la misericordia, mien-
tras el Salvador sigue intercediendo, hagamos una obra cabal para la
eternidad
Satanás no duerme, sino que vela para evitar que la segura pa-
labra profética se cumpla. Con su astucia y poder engañador, se
esfuerza por contrarrestar la voluntad de Dios revelada expresamen-
te en su Palabra. Durante años, Satanás ha obrado para llegar a
dominar las mentes de los hombres por medio de sofismas con los
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cuales ha querido substituir la verdad. En este tiempo de peligro,
los que practican el bien en el temor de Dios glorifican su nombre
repitiendo las palabras de David: “Tiempo es de actuar, oh Jehová,
porque han invalidado tu ley”.
Salmos 119:126
Nosotros, como pueblo, profesamos tener más luz que cualquier
otro pueblo de la tierra. Entonces nuestra vida y nuestro carácter
debieran armonizar con una fe tal. Está por sobrecogernos el día en
que los justos serán atados como trigo precioso en gavillas para el
alfolí celestial, mientras que los perversos serán, como cizaña, reco-
gidos para los fuegos del postrer gran día. Pero, crecen “juntamente
lo uno y lo otro hasta la siega”.
Mateo 13:30
.
Al cumplir con los deberes de la vida, los justos se verán hasta
el último día en contacto con los impíos. Los hijos de la luz están
diseminados entre los hijos de las tinieblas, para que todos puedan
ver el contraste. Así han de demostrar los hijos de Dios “las virtudes
de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.
1 Pedro
2:9
. El amor divino, al resplandecer en el corazón, y la armonía
cristiana manifestada en la vida, serán como una vislumbre del cielo
concedida a los hombres del mundo para que vean y aprecien su
excelencia
Nadie puede servir a Dios sin unir contra sí a los malos hombres
y los malos ángeles. Los malos espíritus serán enviados a perseguir
a toda alma que procure unirse a las filas de Cristo; pues Satanás
desea recuperar la presa que le fue arrebatada. Los hombres malos se
rendirán ante grandes engaños, creerán en ellos y se perderán. Estos
hombres se cubrirán con vestiduras de sinceridad, y engañarán, si
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fuese posible, a los mismos escogidos