Página 475 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Cristo, nuestro gran sumo sacerdote
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aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis
descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi
carga”.
Mateo 11:29, 30
. Nadie considere, pues, sus defectos como
incurables. Dios concederá fe y gracia para vencerlos.
Estamos viviendo ahora en el gran día de la expiación. Cuando
en el servicio simbólico el sumo sacerdote hacía la propiciación
por Israel, todos debían afligir sus almas arrepintiéndose de sus
pecados y humillándose ante el Señor, si no querían verse separados
del pueblo. De la misma manera, todos los que desean que sus
nombres sean conservados en el libro de la vida, deben ahora, en
los pocos días que les queden de este tiempo de gracia, afligir sus
almas ante Dios con verdadero arrepentimiento y dolor por sus
pecados. Hay que escudriñar honda y sinceramente el corazón. Hay
que deponer el espíritu liviano y frívolo al que se entregan tantos
cristianos de profesión. Empeñada lucha espera a todos aquellos que
quieran subyugar las malas inclinaciones que tratan de dominarlos.
La obra de preparación es obra individual. No somos salvados en
grupos. La pureza y la devoción de uno no suplirá la falta de estas
cualidades en otro. Si bien todas las naciones deben pasar en juicio
ante Dios, él examinará el caso de cada individuo de un modo tan
rígido y minucioso como si no hubiese otro ser en la tierra. Cada
cual tiene que ser probado y encontrado sin mancha, ni arruga, ni
cosa semejante.
Solemnes son las escenas relacionadas con la obra final de la
expiación. Incalculables son los intereses que ésta envuelve. El
juicio se lleva ahora adelante en el santuario celestial. Esta obra
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se viene realizando desde hace muchos años. Pronto—nadie sabe
cuándo—les tocará ser juzgados a los vivos. En la augusta presencia
de Dios nuestras vidas deben ser pasadas en revista. En éste más que
en cualquier otro tiempo conviene que toda alma preste atención a
la amonestación del Señor: “Velad y orad; porque no sabéis cuándo
será el tiempo”.
Marcos 13:33
.
Cuando quede concluida la obra del juicio investigador, quedará
también decidida la suerte de todos para vida o para muerte. El
tiempo de gracia terminará poco antes de que el Señor aparezca en
las nubes del cielo. Al mirar hacia ese tiempo, Cristo declara en el
Apocalipsis: “¡El que es injusto, sea injusto aún, y el que es sucio,
sea sucio aún; y el que es justo sea justo aún; y el que es santo, sea