Página 477 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Capítulo 65—Josué y el ángel
Si el velo que separa el mundo visible del invisible pudiera al-
zarse, y los hijos de Dios pudiesen contemplar la gran controversia
que se riñe entre Cristo y los ángeles santos y Satanás y sus hues-
tes perversas a propósito de la redención del hombre; si pudiesen
comprender la admirable obra de Dios para rescatar las almas de la
servidumbre del pecado, y el constante ejercicio de su poder para
protegerlas de la malicia del maligno, estarían mejor preparadas para
resistir los designios de Satanás. Su mente se llenaría de solemnidad
en vista de la vasta extensión e importancia del plan de la redención
y la magnitud de la obra que tienen delante de sí como colaboradores
de Cristo. Quedarían humillados aunque estimulados, sabiendo que
todo el cielo se interesa en su salvación.
En la profecía de Zacarías se nos da una muy vigorosa e impre-
sionante ilustración de la obra de Satanás y de la de Cristo, y del
poder de nuestro Mediador para vencer al acusador de su pueblo.
En santa visión, el profeta contempla a Josué, el sumo sacerdote,
“vestido de vestiduras viles”, de pie “delante del ángel” (
Zacarías
3:3
), suplicando la misericordia de Dios en favor de su pueblo pro-
fundamente afligido. Satanás está a su diestra para resistirle.
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El sumo sacerdote no puede defenderse a sí mismo ni a su pueblo
de las acusaciones de Satanás. No sostiene que Israel esté libre de
culpas. En sus andrajos sucios, que simbolizan los pecados del
pueblo, que él lleva como su representante, está delante del ángel,
confesando su culpa, señalando, sin embargo, su arrepentimiento y
humillación, fiando en la misericordia de un Redentor que perdona
el pecado; y con fe se aferra a las promesas de Dios.
Entonces el ángel, que es Cristo mismo, el Salvador de los pe-
cadores, hace callar al acusador de su pueblo, declarando: “Jehová
te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te re-
prenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?”
Zacarías
3:2
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