Página 66 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Capítulo 4—Unión con Cristo y amor fraternal
(Uno con Cristo en Dios)
El propósito de Dios es que sus hijos se fusionen en la unidad.
¿No es vuestra esperanza vivir juntos en el mismo cielo? ¿Está
Cristo dividido contra sí mismo? ¿Dará el éxito a sus hijos antes que
hayan apartado de su medio toda discordia y toda crítica, antes que
los obreros, en una perfecta unidad de intención, hayan consagrado
sus corazones, sus pensamientos y sus fuerzas a una obra tan santa
a la vista de Dios? La unión hace la fuerza. La desunión causa
debilidad. Trabajando juntos y con armonía para la salvación de los
hombres, debemos ser en verdad “[coadjutores]... de Dios”. Los que
se niegan a trabajar en armonía con los demás deshonran a Dios.
El enemigo de las almas se regocija cuando ve a ciertos hermanos
contrariándose unos a otros en su trabajo. Los tales necesitan cultivar
el amor fraternal y ternura en su corazón. Si pudiesen apartar el velo
que cubre el porvenir y percibir las consecuencias de su desunión,
ciertamente se arrepentirían
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La unión con Cristo y con los demás es nuestra única
seguridad
El mundo mira con satisfacción la desunión de los cristianos.
Los incrédulos se regocijan. Dios desea que se realice un cambio en
su pueblo. La unión con Cristo y los unos con los otros constituye
nuestra única salvaguardia en estos últimos días. No dejemos a
Satanás la posibilidad de señalar con el dedo a los miembros de
nuestra iglesia, diciendo: “Mirad como éstos, que se hallan bajo el
estandarte de Cristo, se aborrecen unos a otros. Nada necesitamos
temer de ellos, puesto que gastan más energías luchando unos contra
otros que combatiendo a mis fuerzas”.
Después del derramamiento del Espíritu Santo, los discípulos
salieron para proclamar al Salvador resucitado, poseídos del único
deseo de salvar almas. Se regocijaban en la dulzura de la comunión
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