Página 71 - Consejos para la Iglesia (1991)

Basic HTML Version

Capítulo 5—Cristo nuestra justicia
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
1 Juan 1:9
.
Dios requiere que confesemos nuestros pecados y humillemos
nuestro corazón ante él. Pero al mismo tiempo debiéramos tenerle
confianza como a un Padre tierno que no abandonará a aquellos
que ponen su confianza en él. Muchos de nosotros caminamos por
vista y no por fe. Creemos las cosas que se ven, pero no apreciamos
las preciosas promesas que se nos dan en la Palabra de Dios. Sin
embargo, no podemos deshonrar a Dios más decididamente que
mostrando que desconfiamos de lo que él dice, y poniendo en duda
si el Señor nos habla de verdad o nos está engañando.
Dios no nos abandona debido a nuestros pecados. Quizá haya-
mos cometido errores y contristado a su Espíritu, pero cuando nos
arrepentimos y vamos a él con corazón contrito, no nos desdeña. Hay
estorbos que deben ser retirados. Se han fomentado sentimientos
equivocados y ha habido orgullo, suficiencia propia, impaciencia y
murmuraciones. Todo esto nos separa de Dios. Deben confesarse
los pecados; debe haber una obra más profunda de la gracia en el
corazón. Los que se sienten débiles y desanimados deben llegar a
[83]
ser hombres fuertes en Dios y deben hacer una noble obra para el
Maestro. Pero deben proceder con altura; no deben ser influidos por
motivos egoístas.
Debemos aprender en la escuela de Cristo. Sólo su justicia pue-
de darnos derecho a una de las bendiciones del pacto de la gracia.
Durante mucho tiempo, hemos deseado y procurado obtener esas
bendiciones, pero no las hemos recibido porque hemos fomentado
la idea de que podríamos hacer algo para hacernos dignos de ellas.
No hemos apartado la vista de nosotros mismos, creyendo que Jesús
es un Salvador viviente. No debemos pensar que nos salvan nuestra
propia gracia y méritos. La gracia de Cristo es nuestra única espe-
ranza de salvación. El Señor promete mediante su profeta: “Deje el
impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a
67