Página 87 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Dios tiene una obra para usted
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pregonar las amonestaciones por toda la anchura y longitud de la
tierra. Cristo declara a los que le siguen: “Sois la luz del mundo”.
Mateo 5:14
. A toda alma que acepta a Jesús, la cruz del Calvario
dice: “He aquí el valor de un alma. ‘Id por todo el mundo; predicad
el evangelio a toda criatura’”.
Marcos 16:15
. No se ha de permitir
que nada estorbe esta obra. Es una obra de suma importancia para
este tiempo; y ha de ser tan abarcante como la eternidad. El amor
que Jesús manifestó por las almas de los hombres en el sacrificio
que hizo por su redención, impulsará a todos los que le sigan
Jesús acepta con gozo los servicios de cualquier ser humano que
se entrega a él. Asocia lo humano con lo divino, a fin de comunicar al
mundo los misterios del amor encarnado. Sea este amor el objeto de
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vuestras conversaciones, de vuestras oraciones y de vuestros cantos:
llenad el mundo con el mensaje de su verdad, y llevad este mensaje
hacia las regiones lejanas
Los verdaderos seguidores de Cristo testificarán por él
Si cada uno fuese un misionero vivo, el mensaje para este tiempo
sería proclamado prestamente en todos los países, a todo pueblo,
nación y lengua
Todos los que desean entrar en la ciudad de Dios, deben poner
de manifiesto al Salvador en todo trato que tengan durante esta vida
terrenal. Así es como los mensajeros de Cristo serán sus testigos.
Deben dar un testimonio claro y decidido contra toda mala cos-
tumbre, y enseñar a los pecadores el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo. A todos los que le reciben, él les da poder de ser
hechos hijos de Dios. La regeneración es el único sendero que da
acceso a la ciudad de Dios. Este sendero es estrecho y la puerta por
la que se debe pasar, angosta; sin embargo, por este camino debemos
conducir a hombres, mujeres y niños, enseñándoles que para salvar-
se deben poseer un corazón y espíritu nuevos. Los antiguos rasgos
de carácter hereditarios deben ser vencidos. Los deseos naturales
del alma deben cambiar. Toda malicia, toda mentira, toda calumnia,
deben eliminarse. Debe vivirse la vida nueva que nos hace parecer a
Cristo
Hermanos y hermanas, ¿deseáis quebrantar el ensalmo que os
domina? ¿queréis despertar de esta pereza que se asemeja al torpor