Página 88 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
de la muerte? Id a trabajar, sintáis el deseo o no. Esforzaos perso-
nalmente por traer almas a Jesús y al conocimiento de la verdad.
[106]
Esta labor será para vosotros un estímulo y un tónico; os despertará
y os fortalecerá. Por el ejercicio, vuestras facultades espirituales
se vigorizarán, de manera que tendréis más éxito para labrar vues-
tra propia salvación. El estupor de muerte pesa sobre muchos de
los que profesan a Cristo. Haced cuanto podáis para despertarlos.
Amonestadlos, suplicadles, argüid con ellos. Rogad que el Espíritu
enternecedor de Dios derrita y ablande sus naturalezas glaciales.
Aunque se nieguen a escuchar, vuestro trabajo no estará perdido.
Mediante el esfuerzo hecho para bendecir a otros, vuestras propias
almas serán bendecidas
Nadie debe sentir que porque no se ha educado no puede tomar
parte en la obra del Señor. Dios tiene una obra para vosotros. El ha
dado a cada uno su obra. Podéis escudriñar las Escrituras por vuestra
cuenta. “El principio de tus palabras alumbra; hace entender a los
simples”.
Salmos 119:130
. Podéis orar por la obra. La oración del
corazón sincero, ofrecida con fe, será oída en el cielo. Y habéis de
trabajar según vuestra capacidad
Los seres celestiales están listos para cooperar con nosotros, a
fin de revelar al mundo lo que pueden llegar a ser los seres humanos,
y lo que puede cumplirse por su influencia, para la salvación de las
almas que están a punto de perecer.
El Salvador nos invita a realizar esfuerzos pacientes y perseve-
rantes en favor de millones de almas esparcidas en todo país, que
perecen en sus pecados, como náufragos en una playa desierta. Los
que quieran participar de la gloria de Cristo deben también tomar
parte en su ministerio y ayudar a los débiles, a los miserables y
desanimados
[107]
Todo creyente debe ser sincero en su unión con la iglesia. La
prosperidad de ella debe ser su primer interés, y a menos que sienta
la obligación sagrada de lograr que su relación con la iglesia sea un
beneficio para ella con preferencia a sí mismo, la iglesia lo pasará
mucho mejor sin él. Está al alcance de todos hacer algo para la causa
de Dios. Hay quienes gastan grandes sumas en lujos innecesarios.
Complacen sus apetitos, pero creen que es una carga pesada contri-
buir con recursos para sostener la iglesia. Están dispuestos a recibir