Dios tiene una obra para usted
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todo el beneficio de sus privilegios, pero prefieren dejar a otros pagar
las cuentas
¿Qué sucedería si la mitad de los soldados de un ejército estu-
vieran ociosos o dormidos cuando se les ordena estar de guardia? El
resultado sería la derrota, el cautiverio o la muerte. Si algunos esca-
paran de las manos del enemigo, ¿se pensaría que son dignos de una
recompensa? No, recibirían rápidamente la sentencia de muerte. Y si
la iglesia de Cristo es descuidada o infiel, consecuencias mucho más
importantes estarían en juego. ¡Qué cosa podría haber más terrible
que un ejército adormecido de soldados cristianos! ¿Qué avance po-
drían hacer contra el mundo los que están bajo el control del príncipe
de las tinieblas? Aquellos que se echan atrás indiferentes en el día de
la batalla, como si no tuviesen interés y no sintiesen responsabilidad
en cuanto al resultado de la contienda, mejor podrían cambiar su
rumbo o dejar inmediatamente las filas
Un lugar para cada miembro de la familia
Las mujeres, tanto como los hombres, pueden sembrar la verdad
donde pueda obrar y hacerse manifiesta. Pueden ocupar su puesto
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en esta crisis, y el Señor obrará por su intermedio. Si las compenetra
el sentimiento de su deber y si trabajan bajo la influencia del Espí-
ritu Santo, tendrán el dominio propio que este tiempo demanda. El
Señor hará brillar la luz de su rostro sobre esas mujeres animadas
por el espíritu de sacrificio, y les dará un poder superior al de los
hombres. Pueden realizar en las familias una obra que los hombres
no pueden hacer, una obra que penetra hasta la vida interior. Pueden
acercarse a los corazones de personas a las cuales los hombres no
pueden alcanzar. Su cooperación es necesaria. Las mujeres discretas
y humildes pueden hacer una buena obra al explicar la verdad en los
hogares. Así explicada, la Palabra de Dios obrará como una levadura,
y familias enteras serán convertidas por su influencia
Todos pueden hacer algo. Algunos dirán, tratando de disculparse:
“Mis deberes domésticos y mis hijos exigen todo mi tiempo y todos
mis recursos”. Padres, vuestros hijos pueden ser para vosotros una
ayuda que acreciente vuestras fuerzas y capacidades de trabajar para
el Maestro. Los niños son los miembros más jóvenes de la familia del
Señor. Deben ser inducidos a consagrarse a Dios, a quien pertenecen