Página 90 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
por derecho de creación y de redención. Se les debe enseñar que
todas sus energías del espíritu, del cuerpo y del alma pertenecen al
Señor. Hay que enseñarles a servir en diferentes actividades útiles y
desinteresadas. No permitáis que vuestros hijos sean impedimentos.
Ellos deben compartir con vosotros vuestras cargas espirituales así
como las materiales. Al ayudar a otros, ellos acrecientan su propia
felicidad y utilidad
Nuestra obra por Cristo debe comenzar con la familia, en el
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hogar. La educación de los jóvenes debe ser diferente de la que se
les ha dado en lo pasado. El bienestar de ellos exige mayor labor
que la que se les ha dedicado antes. No hay campo misionero más
importante que éste. Por precepto y por ejemplo, los padres han de
enseñar a sus hijos a trabajar por los inconversos. Los niños deben ser
educados de tal manera que simpaticen con los ancianos y afligidos
y traten de aliviar los sufrimientos de los pobres y angustiados.
Debe enseñárseles a ser diligentes en la obra misionera; y desde los
primeros años debe inculcárseles la abnegación y el sacrificio en
favor del bienestar ajeno y del progreso de la causa de Cristo, a fin
de que sean colaboradores con Dios
Testificando al trasladarse a nuevas localidades
No es el propósito de Dios que sus hijos formen colonias o
se establezcan juntos en grandes comunidades. Los discípulos de
Cristo son sus representantes en la tierra, y Dios quiere que estén
dispersados por todo el país, en pueblos, ciudades y aldeas, como
luces en medio de las tinieblas del mundo. Han de ser misioneros
para Dios, que por su fe y sus obras atestigüen que se acerca la
venida del Salvador.
Los miembros laicos de nuestras iglesias pueden realizar una
obra que hasta ahora apenas ha sido iniciada por ellos. Nadie de-
be trasladarse a lugares nuevos simplemente para obtener ventajas
mundanales; sino que donde hay oportunidades de ganarse la vida,
deben entrar familias bien arraigadas en la verdad, una o dos fami-
lias por lugar, para trabajar como misioneros. Deben sentir amor por
las almas, preocupación por trabajar en su favor, y deben estudiar
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la manera de llevarlas a la verdad. Pueden distribuir nuestras pu-
blicaciones, celebrar reuniones en sus casas, llegar a conocer a sus