Página 171 - Consejos Sobre el R

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dominio del apetito
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nuestras facultades mentales o físicas, e incapacitarnos para discernir
las cosas espirituales. Mantengamos nuestra mente en tal condición
que Dios pueda inculcarle las preciosas verdades de su Palabra.—
Joyas de los Testimonios 2:551, 552 (1900)
.
Una cuestión de valor moral
263. Algunos de vosotros os expresáis como si os agradara que
alguien os dijese cuánto se debe comer. No debe ser así. Tenemos
que actuar desde un punto de vista moral y religioso. Debemos ser
templados en todas las cosas, porque se nos ofrece una corona inco-
rruptible, un tesoro celestial. Y ahora quiero decir a mis hermanos y
hermanas: Preferiría tener valor moral, asumir una posición definida
y gobernarme a mí misma. No quisiera imponer esta carga a otra
persona. Coméis demasiado y luego lo lamentáis, y seguís pensando
en lo que coméis y bebéis. Comed lo que os beneficia, y levantaos
de la mesa sintiéndoos libres ante el cielo, sin remordimiento de
conciencia. No creo que se deben evitar todas las tentaciones a los
niños ni a los adultos. Nos espera una lucha, y debemos mantenernos
en situación de resistir las tentaciones de Satanás; pero necesita-
mos saber que poseemos en nosotros poder para ello.—
Joyas de los
Testimonios 1:191 (1870)
.
264. Se me ha dado un mensaje para transmitiros: Comed a horas
regulares. Debido a los hábitos erróneos en el comer estáis prepa-
rándoos para sufrimientos futuros. No es siempre seguro aceptar
invitaciones a comidas, aunque éstas provengan de vuestros herma-
nos y amigos, que desean prodigaros muchas clases de alimentos.
Sabéis que podéis comer dos o tres clases de alimentos en una co-
mida sin perjuicio para vuestros órganos digestivos. Cuando sois
invitados a una comida, rehuid las muchas variedades de alimentos
que ponen ante vosotros los que os han invitado. Esto es lo que
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debéis hacer si queréis ser fieles centinelas. Cuando se coloca an-
te vosotros alimentos que, una vez consumidos, impondrán a los
órganos digestivos horas de duro trabajo, no podemos, si consumi-
mos estos alimentos, culpar del resultado a los que los colocan ante
nosotros. Dios espera que decidamos nosotros mismos consumir
solamente los alimentos que no causarán sufrimiento a los órganos
digestivos.—
Carta 324, 1905
.