284
Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
El empleo de los remedios naturales requiere más cuidados y
esfuerzos de lo que muchos quieren prestar. El proceso natural
de curación y reconstitución es gradual y les parece lento a los
impacientes. El renunciar a la satisfacción dañina de los apetitos
impone sacrificios. Pero al fin se verá que, si no se le pone trabas,
la naturaleza desempeña su obra con acierto y los que perseveren
en la obediencia a sus leyes encontrarán recompensa en la salud del
cuerpo y del espíritu.—
El Ministerio de Curación, 89 (1905)
.
453. A menudo los médicos aconsejan a los inválidos que visiten
otros países, que vayan a alguna fuente de agua mineral, y que
atraviesen el océano para recuperar la salud; cuando, en nueve casos
de cada diez, si comieran en forma temperante, e hicieran ejercicio
saludable con un espíritu alegre, recuperarían la salud y ahorrarían
tiempo y dinero. El ejercicio, y el uso libre y abundante de aire
y luz de sol—bendiciones que el cielo nos ha concedido a todos
nosotros—en muchos casos darían vida y fuerza a los macilentos
inválidos.—
Christian Temperance and Bible Hygiene, 160 (1890)
.
Algunas cosas que podemos hacer por nosotros mismos
454. Con respecto a lo que podemos hacer por nosotros mismos,
hay un punto que requiere una consideración cuidadosa y concien-
zuda. Debo conocerme a mí mismo, siempre debo aprender cómo
cuidar este edificio, el cuerpo que Dios me ha dado, a fin de pre-
servarlo en la mejor condición de salud posible. Debo consumir
aquellas cosas que me mantendrán en mejor condición física, y debo
tratar especialmente de vestirme en forma tal que permita una circu-
[357]
lación saludable de la sangre. No debo privarme del ejercicio ni de
aire. Debo recibir toda la luz del sol que me sea posible obtener.
Debo actuar con sabiduría para llegar a ser un fiel guardián de
mi cuerpo. Sería muy imprudente que entrase en una habitación
fría cuando estoy transpirando; sería un mayordomo infiel si me
sentase en la trayectoria de una corriente de aire, exponiéndome
de ese modo a contraer un resfrío. Actuaría insensatamente si me
sentara con las manos y los pies fríos, privando de este modo de
sangre a las extremidades y congestionando el cerebro o los órganos
internos. Siempre debo proteger mis pies de la humedad.