Página 52 - Consejos Sobre el R

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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
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Excusas para obrar mal preparadas bajo las influencias
satánicas—710
]
Considerad el juicio
46. El Señor llama a voluntarios para que entren en su ejército.
Hombres y mujeres enfermizos necesitan llegar a ser reformadores
en pro de la salud. Dios cooperará con sus hijos para preservar
su salud, si ellos comen con cuidado, rehusando colocar cargas
innecesarias sobre su estómago. Bondadosamente él ha hecho que
la senda de la naturaleza fuera segura, y lo suficientemente amplia
como para que todos anden en ella. El nos ha dado como nuestro
sustento las producciones saludables de la tierra.
El que no escucha la instrucción que Dios ha dado en su Palabra
y en sus obras, el que no obedece los mandatos divinos, tiene una ex-
periencia defectuosa. Es un cristiano enfermizo. Su vida espiritual es
débil. Vive, pero su vida está desprovista de fragancia. Desperdicia
los preciosos momentos de gracia.
Muchos han hecho gran daño a su cuerpo al desatender las leyes
de la vida, y pueden no recobrarse nunca de los efectos de su descui-
do; pero aún ahora pueden arrepentirse y convertirse. El hombre ha
tratado de ser más sabio que Dios. El se ha convertido en ley para sí
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mismo. Dios exige que demos atención a sus requerimientos, para no
seguir deshonrándolo mediante una conducta que empequeñece las
facultades físicas, mentales y espirituales. La decadencia y la muerte
prematuras son los resultados de apartarse de Dios para seguir los
caminos del mundo. El que complace el yo debe llevar la penalidad.
En el juicio veremos cuán seriamente Dios considera la violación de
las leyes de la salud. Entonces, al echar una mirada retrospectiva a
nuestra conducta, veremos cuánto conocimiento de Dios podríamos
haber obtenido, cuán nobles caracteres podríamos haber formado, si
hubiéramos tomado la Biblia como nuestro consejero.
El Señor está esperando que sus hijos se hagan sabios en su
comprensión de las cosas. Al ver la miseria, la deformidad y la
enfermedad que han venido al mundo como resultado de la igno-
rancia con respecto al debido cuidado del cuerpo, ¿cómo podemos
rehusarnos a dar la amonestación? Cristo ha declarado que, como
fue en los días de Noé, cuando la tierra estaba llena de violencia y