Página 80 - Consejos Sobre el R

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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
pasión hacia la humanidad, él hace resplandecer la luz de la reforma
pro salud. Promulga su ley y anuncia la penalidad que se aplicará a
la transgresión de ella, para que todos puedan aprender y procuren
vivir en armonía con la ley natural. Proclama su ley tan distintamen-
te y la hace tan eminente que es como una ciudad asentada sobre
una montaña. Todos los seres responsables pueden comprenderla si
quieren. Los idiotas no serán responsables. Hacer clara la ley natural
e instar a que se la obedezca es la obra que acompaña al mensaje del
tercer ángel, con el propósito de preparar a un pueblo para la venida
del Señor.
La derrota de Adán—La victoria de Cristo
Adán y Eva cayeron por el apetito intemperante. Cristo vino
y soportó las más duras tentaciones de Satanás, y en favor de la
raza, venció el apetito, mostrando que el hombre puede vencer. Así
como Adán cayó en el apetito, y perdió la bendición del Edén, los
hijos de Adán pueden, por medio de Cristo, vencer el apetito, y por
la temperancia en todas las cosas volver a conquistar el Edén.—
Testimonies for the Church 3:161, 162 (1873)
.
Ayudas para discernir la verdad
La ignorancia no es ahora una excusa de la transgresión de la
ley. La luz brilla claramente, y nadie necesita ser ignorante, porque
el gran Dios es, él mismo, el instructor del hombre. Todos tienen la
más sagrada obligación ante Dios de prestar oídos a la sana filosofía
y la experiencia auténtica que ahora él les está dando con referencia
a la reforma pro salud. El Señor se propone que el gran tema de la
reforma pro salud sea agitado, y la mente pública profundamente
sacudida para investigar; pues es imposible que los hombres y muje-
res, con todos sus hábitos pecaminosos, destructores de la salud y
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debilitantes del cerebro, disciernan la sagrada verdad por medio de
la cual han de ser santificados, refinados, elevados y hechos idóneos
para la asociación con los ángeles celestiales en el reino de gloria...
Santificados o castigados
El apóstol Pablo exhorta a la iglesia: “Así que, hermanos, os
ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos