Página 124 - El Conflicto de los Siglos (2007)

Basic HTML Version

120
El Conflicto de los Siglos
primeros años, y en qué abatimiento, en qué desesperación caí mu-
chas veces” (
ibíd
.). Pero no fue dejado solo en brazos del desaliento.
Cuando le faltaba la ayuda de los hombres, la esperaba de Dios solo
y aprendió así a confiar sin reserva en su brazo todopoderoso.
A un amigo de la Reforma escribió Lutero: “No se puede llegar
a comprender las Escrituras, ni con el estudio, ni con la inteligencia;
vuestro primer deber es pues empezar por la oración. Pedid al Señor
que se digne, por su gran misericordia, concederos el verdadero
conocimiento de su Palabra. No hay otro intérprete de la Palabra de
Dios, que el mismo Autor de esta Palabra, según lo que ha dicho:
‘Todos serán enseñados de Dios’. Nada esperéis de vuestros estu-
dios ni de vuestra inteligencia; confiad únicamente en Dios y en la
influencia de su Espíritu. Creed a un hombre que lo ha experimen-
tado” (
ibíd
., cap. 7). Aqui tienen una lección de vital importancia
los que sienten que Dios les ha llamado para presentar a otros en
estos tiempos las verdades grandiosas de su Palabra. Estas verdades
despertarán la enemistad del diablo y de los hombres que tienen en
mucha estimación las fábulas inventadas por él. En la lucha con-
tra las potencias del mal necesitamos algo más que nuestro propio
intelecto y la sabiduría de los hombres.
Mientras que los enemigos apelaban a las costumbres y a la
tradición, o a los testimonios y a la autoridad del papa, Lutero los
atacaba con la Biblia y solo con la Biblia. En ella había argumentos
que ellos no podían rebatir; en consecuencia, los esclavos del forma-
lismo y de la superstición pedían a gritos la sangre de Lutero, como
los judíos habían pedido la sangre de Cristo. “Es un hereje—decían
los fanáticos romanistas—. ¡Es un crimen de alta traición contra la
iglesia dejar vivir una hora más tan horrible hereje: que preparen al
punto un cadalso para él!” (
ibíd
., cap. 9). Pero Lutero no fue víctima
del furor de ellos. Dios le tenía reservada una tarea; y mandó a los
ángeles del cielo para que le protegiesen. Pero muchos de los que
recibieron de él la preciosa luz resultaron blanco de la ira del demo-
nio, y por causa de la verdad sufrieron valientemente el tormento y
la muerte.
Las enseñanzas de Lutero despertaron por toda Alemania la
atención de los hombres reflexivos. Sus sermones y demás escritos
arrojaban rayos de luz que alumbraban y despertaban a miles y miles
de personas. Una fe viva fue reemplazando el formalismo muerto
[125]