Página 178 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
¡Y cuánto éxito ha tenido su obra! ¡Cuántas veces se crítica a los
siervos fieles de Dios porque permanecen firmes en defensa de la
verdad! Hombres que solo son agentes de Satanás reciben alaban-
zas y lisonjas y hasta pasan por mártires, en tanto que otros que
deberían ser considerados y sostenidos por su fidelidad a Dios, son
abandonados y objeto de sospecha y de desconfianza.
La falsa piedad y la falsa santificación siguen haciendo su obra
de engaño. Bajo diversas formas dejan ver el mismo espíritu que
las caracterizara en días de Lutero, pues apartan a las mentes de las
Escrituras e inducen a los hombres a seguir sus propios sentimientos
e impresiones en vez de rendir obediencia a la ley de Dios. Este es
uno de los más eficaces inventos de Satanás para desprestigiar la
pureza y la verdad.
Denodadamente defendió Lutero el evangelio contra los ataques
de que era objeto desde todas partes. La Palabra de Dios demostró
ser una arma poderosa en cada conflicto. Con ella combatió el
reformador la usurpada autoridad del papa y la filosofía racionalista
de los escolásticos, a la vez que se mantenía firme como una roca
contra el fanatismo que pretendía aliarse con la Reforma.
Cada uno a su manera, estos elementos opuestos dejaban a un
lado las Sagradas Escrituras y exaltaban la sabiduría humana como
el gran recurso para conocer la verdad religiosa. El racionalismo
hace un ídolo de la razón, y la constituye como criterio religioso.
El romanismo, al atribuir a su soberano pontífice una inspiración
que proviene en línea recta de los apóstoles y continúa invariable
al través de los tiempos, da amplia oportunidad para toda clase de
extravagancias y corrupciones que se ocultan bajo la santidad del
mandato apostólico. La inspiración a que pretendían Munzer y sus
colegas no procedía sino de los desvaríos de su imaginación y su
influencia subvertía toda autoridad, humana o divina. El cristianismo
recibe la Palabra de Dios como el gran tesoro de la verdad inspirada
y la piedra de toque de toda inspiración.
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A su regreso de la Wartburg, terminó Lutero su traducción del
Nuevo Testamento y no tardó el evangelio en ser ofrecido al pue-
blo de Alemania en su propia lengua. Esta versión fue recibida
con agrado por todos los amigos de la verdad, pero fue vilmente
desechada por los que preferían dejarse guiar por las tradiciones y
los mandamientos de los hombres.