Página 250 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
La predicación de Tyndale despertó mucho interés y numerosas
personas aceptaron la verdad. Pero los sacerdotes andaban alerta
y no bien se hubo alejado del campo de sus trabajos cuando ellos,
valiéndose de amenazas y de engaños, se esforzaron en destruir su
obra, y con éxito muchas veces. “¡Ay!—decía él—, ¿qué hacer?
Mientras que yo siembro en un punto, el enemigo destruye lo que
dejé sembrado en otro. No me es posible estar a la vez en todas
partes. ¡Oh! si los cristianos poseyesen la Biblia en su propio idioma
serían capaces de resistir a estos sofistas. Sin las Santas Escrituras,
es imposible confirmar a los legos en la verdad” (
ibíd
.).
Un nuevo propósito surgió entonces en su mente. “Era en la
lengua de Israel—decía—en que se cantaban los salmos en el templo
de Jehová; y ¿no resonará el evangelio entre nosotros en la lengua
de Inglaterra? [...] ¿Será posible que la iglesia tenga menos luz
a mediodía que al alba? [...] Los cristianos deben leer el Nuevo
Testamento en su lengua materna”. Los doctores y maestros de la
iglesia estaban en desacuerdo. Solamente por la Biblia podían los
hombres llegar a la verdad. “Uno sostiene a este doctor, otro a aquel
[...] y cada escritor contradice a los demás [...]. ¿De qué manera
puede uno saber quién dice la verdad y quién enseña el error? [...]
¿Cómo? [...] En verdad, ello es posible solamente por medio de la
Palabra de Dios” (
ibíd
.).
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Fue poco después cuando un sabio doctor papista que sostenía
con él una acalorada controversia, exclamó: “Mejor seria para noso-
tros estar sin la ley de Dios que sin la del papa”. Tyndale repuso: “Yo
desafío al papa y todas sus leyes; y si Dios me guarda con vida, no
pasarán muchos años sin que haga yo que un muchacho que trabaje
en el arado sepa de las Santas Escrituras más que vos”. Anderson,
Annals of the English Bible, 19
.
Así confirmado su propósito de dar a su pueblo el Nuevo Tes-
tamento en su propia lengua, Tyndale puso inmediatamente manos
a la obra. Echado de su casa por la persecución, se fue a Londres y
allí, por algún tiempo, prosiguió sus labores sin interrupción. Pero
al fin la saña de los papistas le obligó a huir. Toda Inglaterra parecía
cerrársele y resolvió buscar refugio en Alemania. Allí dio principio a
la publicación del Nuevo Testamento en inglés. Dos veces su trabajo
fue suspendido; pero cuando le prohibían imprimirlo en una ciudad,
se iba a otra. Finalmente se dirigió a Worms, donde unos cuantos