Página 265 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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La verdad progresa en Inglaterra
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que en ella pudiera haber de oscuro; vino para poner de manifiesto
la verdad y la importancia de cada una de sus partes; para demostrar
su longitud y su anchura, y la medida exacta de cada mandamiento
que la ley contiene y al mismo tiempo la altura y la profundidad, la
inapreciable pureza y la espiritualidad de ella en todas sus secciones”
(Wesley, sermón 25).
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Wesley demostró la perfecta armonía que existe entre la ley y
el evangelio. “Existe, pues, entre la ley y el evangelio la relación
más estrecha que se pueda concebir. Por una parte, la ley nos abre
continuamente paso hacia el evangelio y nos lo señala; y por otra, el
evangelio nos lleva constantemente a un cumplimiento exacto de la
ley. La ley, por ejemplo, nos exige que amemos a Dios y a nuestro
prójimo, y que seamos mansos, humildes y santos. Nos sentimos
incapaces de estas cosas y aun más, sabemos que ‘a los hombres
esto es imposible;’ pero vemos una promesa de Dios de darnos ese
amor y de hacernos humildes, mansos y santos; nos acogemos a este
evangelio y a estas alegres nuevas; se nos da conforme a nuestra fe;
y ‘la justicia de la ley se cumple en nosotros’ por medio de la fe que
es en Cristo Jesús [...].
“Entre los más acérrimos enemigos del evangelio de Cristo—
dijo Wesley—, se encuentran aquellos que ‘juzgan la ley’ misma
abierta y explícitamente y ‘hablan mal de ella’; que enseñan a los
hombres a quebrantar (a disolver, o anular la obligación que im-
pone) no solo uno de los mandamientos de la ley, ya sea el menor
o el mayor, sino todos ellos de una vez [...]. La más sorprendente
de todas las circunstancias que acompañan a este terrible engaño,
consiste en que los que se entregan a él creen que realmente honran
a Cristo cuando anulan su ley, y que ensalzan su carácter mientras
destruyen su doctrina. Sí, le honran como le honró Judas cuando le
dijo: ‘Salve, Maestro. Y le besó’. Y él podría decir también a cada
uno de ellos: ‘¿Con beso entregas al Hijo del hombre?’ No es otra
cosa que entregarle con un beso hablar de su sangre y despojarle al
mismo tiempo de su corona; despreciar una parte de sus preceptos,
con el pretexto de hacer progresar su evangelio. Y en verdad nadie
puede eludir el cargo, si predica la fe de una manera que directa o
indirectamente haga caso omiso de algún aspecto de la obediencia:
si predica a Cristo de un modo que anule o debilite en algo el más
pequeño de los mandamientos de Dios” (
ibíd
., sermón 35).