Página 271 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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La Biblia y la Revolución Francesa
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de Dios, se manifestarían el ateísmo del faraón y la disolución de
Sodoma.
Esta profecía se cumplió de un modo muy preciso y sorprendente
en la historia de Francia. Durante la Revolución, en 1793, “el mundo
oyó por primera vez a toda una asamblea de hombres nacidos y
educados en la civilización, que se habían arrogado el derecho de
gobernar a una de las más admirables naciones europeas, levantar
unánime voz para negar la verdad más solemne para las almas y
renunciar de común acuerdo a la fe y a la adoración que se deben
tributar a la Deidad” (Sir Walter Scott,
Life of Napoleon Bonaparte
,
tomo 1, cap. 17). “Francia ha sido la única nación del mundo acerca
de la cual consta en forma auténtica que fue una nación erguida en
rebelión contra el Autor del universo. Muchos blasfemos, muchos
infieles hay y seguirá habiéndolos en Inglaterra, Alemania, España
y en otras partes; pero Francia es la única nación en la historia del
mundo, que por decreto de su asamblea legislativa, declaró que no
hay Dios, cosa que regocijó a todos los habitantes de la capital,
y entre una gran mayoría de otros pueblos, cantaron y bailaron
hombres y mujeres al aceptar el manifiesto”.
Blackwood’s Magazine,
noviembre, 1870
.
Francia presentó también la característica que más distinguió a
Sodoma. Durante la Revolución manifestóse una condición moral
tan degradada y corrompida que puede compararse con la que aca-
rreó la destrucción de las ciudades de la llanura. Y el historiador
presenta juntos el ateísmo y la prostitución de Francia, tal como
nos los da la profecía: “Íntimamente relacionada con estas leyes
que afectan la religión, se encontraba aquella que reducía la unión
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matrimonial—el contrato más sagrado que puedan hacer seres huma-
nos, y cuya permanencia y estabilidad contribuye eficacísimamente
a la consolidación de la sociedad—a un mero convenio civil de
carácter transitorio, que dos personas cualesquiera podían celebrar
o deshacer a su antojo [...]. Si los demonios se hubieran propues-
to inventar la manera más eficaz de destruir todo lo que existe de
venerable, de bueno o de permanente en la vida doméstica, con la
seguridad a la vez de que el daño que intentaban hacer se perpetuaría
de generación en generación, no habrían podido echar mano de un
plan más adecuado que el de la degradación del matrimonio [...].
Sophie Amoult, notable actriz que se distinguía por la agudeza de