Página 276 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
esta al lugar que le estaba reservado, le fue quitado el velo con
gran ceremonial, y se le dio asiento a la derecha del presidente,
reconociendo todos ellos en ella a una bailarina de la ópera [...].
A esta mujer rindió público homenaje la convención nacional de
Francia, considerándola como la representación más perfecta de la
razón que ellos veneraban.
“Esta momería sacrílega y ridícula estuvo de moda; y la insta-
lación de la diosa de la razón fue imitada en algunas poblaciones
del país que deseaban demostrar que se hallaban a la altura de la
Revolución” (Scott, tomo 1, cap. 17).
El orador que introdujo el culto de la Razón, se expresó en estos
términos: “¡Legisladores! El fanatismo ha cedido su puesto a la
razón; sus turbios ojos no han podido resistir el brillo de la luz. Un
pueblo inmenso se ha trasladado hoy a esas bóvedas góticas, en las
que por vez primera han repercutido los ecos de la verdad. Allí han
celebrado los franceses el único culto verdadero: el de la libertad, el
de la Razón. Allí hemos hecho votos por la prosperidad de las armas
de la República; allí hemos abandonado inanimados ídolos para
seguir a la Razón, a esta imagen animada, la obra más sublime de la
naturaleza” (M. A. Thiers,
Historia de la La Biblia y la Revolución
francesa
, cap. 29).
Al ser presentada la diosa ante la convención, la tomó el orador
de la mano y dirigiéndose a toda la asamblea, dijo: “Mortales, cesad
de temblar ante los truenos impotentes de un Dios que vuestros
temores crearon. No reconozcáis de hoy en adelante otra divinidad
que la Razón. Yo os presento su imagen más noble y pura; y, si
habéis de tener ídolos, ofreced sacrificios solamente a los que sean
como este [...]. ¡Caiga ante el augusto senado de la libertad, el velo
de la Razón! [...]
“La diosa, después de haber sido abrazada por el presidente,
tomó asiento en una magnífica carroza que condujeron por entre el
inmenso gentío hasta la catedral de Notre Dame, para reemplazar a
la Deidad. La elevaron sobre el altar mayor y recibió la adoración
de todos los que estaban presentes” (Alison, tomo 1, cap. 10).
Poco después de esto procedieron a quemar públicamente la
Biblia. En cierta ocasión “la Sociedad Popular del Museo” entró
en el salón municipal gritando:
¡Vive la Raison!
y llevando en la
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punta de un palo los fragmentos de varios libros que habían sacado