Página 275 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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La Biblia y la Revolución Francesa
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de la Deidad a cuyo culto se había consagrado él y ofreció que en
lo sucesivo se dedicaría a rendir homenaje a la libertad, la igualdad,
la virtud y la moral. Colocó luego sobre una mesa sus ornamentos
episcopales y recibió un abrazo fraternal del presidente de la conven-
ción. Varios sacerdotes apóstatas imitaron el ejemplo del prelado”
(Scott, tomo 1, cap. 17).
“Y los que habitan sobre la tierra se regocijan sobre ellos, y
hacen fiesta; y se envían regalos los unos a los otros; porque estos
dos profetas atormentaron a los que habitan sobre la tierra”. La
Francia incrédula había acallado las voces de reprensión de los
testigos de Dios. La Palabra de verdad yacía muerta en sus calles y
los que odiaban las restricciones y los preceptos de la ley de Dios se
llenaron de júbilo. Los hombres desafiaban públicamente al Rey de
los cielos, y gritaban como los pecadores de la antigüedad: “¿Cómo
sabe Dios? ¿y hay conocimien to en lo alto?”
Salmos 73:11
.
Uno de los sacerdotes del nuevo orden, profiriendo terribles
blasfemias, dijo: “¡Dios! si es cierto que existes, toma venganza
de las injurias que se hacen a tu nombre. ¡Yo te desafío! Guardas
silencio; no te atreves a descargar tus truenos. Entonces ¿quién va a
creer que existes?” M. Ch. Lacretelle,
Histoire de France pendant
le dixhuitième siècle 2:309
. ¡Qué eco tan fiel de la pregunta de
Faraón: “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz?” “No conozco
a Jehová”!
“Dijo el necio en su corazón: No hay Dios”.
Salmos 14:1
. Y el
Señor declara respecto de los que pervierten la verdad que “se hará
manifiesta a todos su necedad”.
2 Timoteo 3:9 (VM)
. Después que
hubo renunciado al culto del Dios vivo, “el Alto y el Excelso que
habita la eternidad”, cayó Francia al poco tiempo en una idolatría
degradante rindiendo culto a la diosa de la razón en la persona de
una mujer libertina. ¡Y esto en la cámara representativa de la nación
y por medio de las más altas autoridades civiles y legislativas! Dice
el historiador: “Una de las ceremonias de aquel tiempo de locura no
tiene igual por lo absurdo combinado con lo impío. Las puertas de la
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convención se abrieron de par en par para dar entrada a los músicos
de la banda que precedía a los miembros del cuerpo municipal que
entraron en solemne procesión, cantando un himno a la libertad y
escoltando como objeto de su futura adoración a una mujer cubierta
con un velo y a la cual llamaban la diosa de la razón. Cuando llegó