Página 287 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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La Biblia y la Revolución Francesa
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Dios han recibido mayor honra que nunca antes. En el año 1804
se organizó la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Este hecho
fue seguido de otros semejantes en otras partes de Europa donde se
organizaron sociedades similares con numerosas ramas esparcidas
por muchas partes del continente. En 1816 se fundó la Sociedad
Bíblica Americana. Cuando se creó la Sociedad Británica, la Biblia
circulaba en cincuenta idiomas. Desde entonces ha sido traducida a
centenares de idiomas y dialectos (véase el Apéndice).
Durante los cincuenta años que precedieron a 1792, se daba muy
escasa importancia a la obra de las misiones en el extranjero. No
se fundaron sociedades nuevas, y eran muy pocas las iglesias que
se esforzaban por extender el evangelio en los países paganos. Pero
en las postrimerías del siglo XVIII se vio un cambio notable. Los
hombres comenzaron a sentirse descontentos con los resultados del
racionalismo y comprendieron la gran necesidad que tenían de la
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revelación divina y de la experiencia religiosa. Desde entonces la
obra de las misiones en el extranjero se extendió rápidamente (véase
el Apéndice).
Los adelantos de la imprenta dieron notable impulso a la circu-
lación de la Biblia. El incremento de los medios de comunicación
entre los diferentes países, la supresión de las barreras del prejuicio
y del exclusivismo nacional, y la pérdida del dominio temporal del
pontífice de Roma, han ido abriéndole paso a la Palabra de Dios.
Hace ya muchos años que la Biblia se vende en las calles de Roma
sin que haya quien lo impida, y en el día de hoy ha sido llevada a
todas las partes del mundo habitado.
El incrédulo Voltaire dijo con arrogancia en cierta ocasión: “Es-
toy cansado de oír de continuo que doce hombres establecieron la
religión cristiana. Yo he de probar que un solo hombre basta para
destruirla”. Han transcurrido varias generaciones desde que Voltaire
murió y millones de hombres han secundado su obra de propaganda
contra la Biblia. Pero lejos de agotarse la circulación del precioso
libro, allí donde había cien ejemplares en tiempo de Voltaire hay
diez mil hoy día, por no decir cien mil. Como dijo uno de los pri-
mitivos reformadores hablando de la iglesia cristiana: “La Biblia es
un yunque sobre el cual se han gastado muchos martillos”. Ya había
dicho el Señor: “Ninguna arma forjada contra ti tendrá éxito; y a