Página 291 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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América, tierra de libertad
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Dios había permitido que viniesen pruebas sobre su pueblo con
el fin de habilitarlo para la realización de los planes misericordiosos
que él tenía preparados para ellos. La iglesia había sido humillada
para ser después ensalzada. Dios iba a manifestar su poder en ella
e iba a dar al mundo otra prueba de que él no abandona a los que
en él confían. El había predominado sobre los acontecimientos para
conseguir que la ira de Satanás y la conspiración de los malvados
redundasen para su gloria y llevaran a su pueblo a un lugar seguro.
La persecución y el destierro abrieron el camino de la libertad.
En cuanto se vieron obligados a separarse de la iglesia anglicana,
los puritanos se unieron en solemne pacto como pueblo libre del
Señor para “andar juntos en todos sus caminos que les había hecho
conocer, o en los que él les notificase”. J. Brown,
The Pilgrim Fat-
hers, 74
. En esto se manifestaba el verdadero espíritu de la Reforma,
el principio esencial del protestantismo. Con ese fin partieron los pe-
regrinos de Holanda en busca de un hogar en el Nuevo Mundo. John
Robinson, su pastor, a quien la Providencia le impidió compañarlos,
en su discurso de despedida les dijo:
“Hermanos: Dentro de muy poco tiempo vamos a separarnos y
solo el Señor sabe si viviré para volver a ver vuestros rostros; pero
sea cual fuere lo que el Señor disponga, yo os encomiendo a él y os
exhorto ante Dios y sus santos ángeles a que no me sigáis más allá
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de lo que yo he seguido a Cristo. Si Dios quiere revelaros algo por
medio de alguno de sus instrumentos, estad prontos a recibirlo como
lo estuvisteis para recibir la verdad por medio de mi ministerio; pues
seguro estoy de que el Señor tiene más verdades y más luces que
sacar de su Santa Palabra”.
Martyn 5:70
.
“Por mi parte, no puedo deplorar lo bastante la triste condición de
las iglesias reformadas que han llegado a un punto final en religión, y
no quieren ir más allá de lo que fueron los promotores de su reforma.
No se puede hacer ir a los luteranos más allá de lo que Lutero vio;
[...] y a los calvinistas ya los veis manteniéndose con tenacidad en el
punto en que los dejó el gran siervo de Dios que no lo logró ver todo.
Es esta una desgracia por demás digna de lamentar, pues por más
que en su tiempo fueron luces que ardieron y brillaron, no llegaron
a penetrar todos los planes de Dios, y si vivieran hoy estarían tan
dispuestos a recibir la luz adicional como lo estuvieron para aceptar