Página 348 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
establecerse al fin de las setenta semanas, así también los adventistas
se equivocaron en cuanto al acontecimiento que debía producirse
al fin de los 2.300 días. En ambos casos la circunstancia de haber
aceptado errores populares, o mejor dicho la adhesión a ellos, fue
lo que cerró el espíritu a la verdad. Ambas escuelas cumplieron
la voluntad de Dios, proclamando el mensaje que él deseaba fuese
proclamado, y ambas, debido a su mala comprensión del mensaje,
sufrieron desengaños.
Sin embargo, Dios cumplió su propósito misericordioso permi-
tiendo que el juicio fuese proclamado precisamente como lo fue. El
gran día era inminente, y en la providencia de Dios el pueblo fue
probado tocante a un tiempo fijo a fin de que se les revelase lo que
había en sus corazones. El mensaje tenía por objeto probar y purifi-
car la iglesia. Los hombres debían ser inducidos a ver si sus afectos
pendían de las cosas de este mundo o de Cristo y del cielo. Ellos
profesaban amar al Salvador; debían pues probar su amor. ¿Estarían
dispuestos a renunciar a sus esperanzas y ambiciones mundanas,
para saludar con gozo el advenimiento de su Señor? El mensaje
tenía por objeto hacerles ver su verdadero estado espiritual; fue en-
viado misericordiosamente para despertarlos a fin de que buscasen
al Señor con arrepentimiento y humillación.
Además, si bien el desengaño era resultado de una comprensión
errónea del mensaje que anunciaban, Dios iba a predominar para
bien sobre las circunstancias. Los corazones de los que habían pro-
fesado recibir la amonestación iban a ser probados. En presencia de
su desengaño, ¿se apresurarían ellos a renunciar a su experiencia y a
abandonar su confianza en la Palabra de Dios o con oración y humil-
dad procurarían discernir en qué puntos no habían comprendido el
significado de la profecía? ¿Cuántos habían obrado por temor o por
impulso y arrebato? ¿Cuántos eran de corazón indeciso e incrédulo?
Muchos profesaban anhelar el advenimiento del Señor. Al ser lla-
mados a sufrir las burlas y el oprobio del mundo, y la prueba de la
dilación y del desengaño, ¿renunciarían a su fe? Porque no pudieran
comprender luego los caminos de Dios para con ellos, ¿rechazarían
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verdades confirmadas por el testimonio más claro de su Palabra?
Esta prueba revelaría la fuerza de aquellos que con verdadera fe
habían obedecido a lo que creían ser la enseñanza de la Palabra y del
Espíritu de Dios. Ella les enseñaría, como solo tal experiencia podía