Página 351 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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Un gran despertar religioso
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El apóstol Pablo advirtió a la iglesia que no debía esperar la
venida de Cristo en tiempo de él. “Ese día—dijo—no puede ve-
nir, sin que” haya venido “primero la apostasía”, y sin que haya
sido “revelado el hombre de pecado”.
2 Tesalonicenses 2:3 (VM)
.
Únicamente después que se haya producido la gran apostasía y se
haya cumplido el largo período del reino del “hombre de pecado”,
podemos esperar el advenimiento de nuestro Señor. El “hombre de
pecado”, que también es llamado “misterio de iniquidad”, “hijo de
perdición” y “el inicuo”, representa al papado, el cual, como está
predicho en las profecías, conservaría su supremacía durante 1.260
años. Este período terminó en 1798. La venida del Señor no podía
verificarse antes de dicha fecha. San Pablo abarca con su aviso toda
la dispensación cristiana hasta el año 1798. Solo después de esta
fecha debía ser proclamado el mensaje de la segunda venida de
Cristo.
Semejante mensaje no se predicó en los siglos pasados. San
Pablo, como lo hemos visto, no lo predicó; predijo a sus hermanos
la venida de Cristo para un porvenir muy lejano. Los reformadores
no lo proclamaron tampoco. Martín Lutero fijo la fecha del juicio
para cerca de trescientos años después de su época. Pero desde 1798
el libro de Daniel ha sido desellado, la ciencia de las profecías ha
aumentado y muchos han proclamado el solemne mensaje del juicio
cercano.
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Así como en el caso de la gran Reforma del siglo XVI, el movi-
miento adventista surgió simultáneamente en diferentes países de la
cristiandad. Tanto en Europa como en América, hubo hombres de
fe y de oración que fueron inducidos a estudiar las profecías, y que
al escudriñar la Palabra inspirada, hallaron pruebas convincentes
de que el fin de todas las cosas era inminente. En diferentes países
había grupos aislados de cristianos, que por el solo estudio de las
Escrituras, llegaron a creer que el advenimiento del Señor estaba
cerca.
En 1821, tres años después de haber llegado Miller a su modo de
interpretar las profecías que fijan el tiempo del juicio, el Dr. Joseph
Wolff, “el misionero universal”, empezó a proclamar la próxima ve-
nida del Señor. Wolff había nacido en Alemania, de origen israelita,
pues su padre era rabino. Desde muy temprano se convenció de la
verdad de la religión cristiana. Dotado de inteligencia viva y dada a