Página 401 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El templo de Dios
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En sus investigaciones vieron que en las Santas Escrituras no hay
prueba alguna en apoyo de la creencia general de que la tierra es el
santuario; pero encontraron en la Biblia una explicación completa de
la cuestión del santuario, su naturaleza, su situación y sus servicios;
pues el testimonio de los escritores sagrados era tan claro y tan
amplio que despejaba este asunto de toda duda. El apóstol Pablo dice
en su Epístola a los Hebreos: “En verdad el primer pacto también
tenía reglamentos del culto, y su santuario que lo era de este mundo.
Porque un tabernáculo fue preparado, el primero, en que estaban el
candelabro y la mesa y los panes de la proposición; el cual se llama
el lugar santo. Y después del segundo velo, el tabernáculo que se
llama el lugar santísimo: que contenía el incensario de oro y el arca
del pacto, cubierta toda en derredor de oro, en la cual estaba el vaso
de oro que contenía el maná, y la vara de Aarón que floreció, y las
tablas del pacto; y sobre ella, los querubines de gloria, que hacían
sombra al propiciatorio”.
Hebreos 9:1-5 (VM)
.
El santuario al cual se refiere aquí San Pablo era el tabernáculo
construído por Moisés a la orden de Dios como morada terrenal del
Altísimo. “Me harán un santuario, para que yo habite en medio de
ellos” (
Éxodo 25:8, VM
), había sido la orden dada a Moisés mientras
estaba en el monte con Dios. Los israelitas estaban peregrinando
por el desierto, y el tabernáculo se preparó de modo que pudiese
ser llevado de un lugar a otro; no obstante era una construcción de
gran magnificencia. Sus paredes consistían en tablones ricamente
revestidos de oro y asegurados en basas de plata, mientras que el
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techo se componía de una serie de cortinas o cubiertas, las de fuera
de pieles, y las interiores de lino fino magníficamente recamado con
figuras de querubines. A más del atrio exterior, donde se encontraba
el altar del holocausto, el tabernáculo propiamente dicho consistía
en dos departamentos llamados el lugar santo y el lugar santísimo,
separados por rica y magnífica cortina, o velo; otro velo semejante
cerraba la entrada que conducía al primer departamento.
En el lugar santo se encontraba hacia el sur el candelabro, con
sus siete lámparas que alumbraban el santuario día y noche; hacia
el norte estaba la mesa de los panes de la proposición; y ante el
velo que separaba el lugar santo del santísimo estaba el altar de oro
para el incienso, del cual ascendía diariamente a Dios una nube de
sahumerio junto con las oraciones de Israel.