Página 409 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El templo de Dios
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encima mismo de la ley, para dar satisfacción a sus exigencias.
Luego, en calidad de mediador, tomaba los pecados sobre sí y los
llevaba fuera del santuario. Poniendo sus manos sobre la cabeza
del segundo macho cabrío, confesaba sobre él todos esos pecados,
transfiriéndolos así figurativamente de él al macho cabrío emisario.
Este los llevaba luego lejos y se los consideraba como si estuviesen
para siempre quitados y echados lejos del pueblo.
Tal era el servicio que se efectuaba como “mera representación
y sombra de las cosas celestiales”. Y lo que se hacía típicamente
en el santuario terrenal, se hace en realidad en el santuario celestial.
Después de su ascensión, nuestro Salvador empezó a actuar como
nuestro Sumo Sacerdote. San Pablo dice: “No entró Cristo en un
lugar santo hecho de mano, que es una mera representación del
verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de
Dios por nosotros”.
Hebreos 9:24 (VM)
.
El servicio del sacerdote durante el año en el primer departa-
mento del santuario, “adentro del velo” que formaba la entrada y
separaba el lugar santo del atrio exterior, representa la obra y el
servicio a que dio principio Cristo al ascender al cielo. La obra del
sacerdote en el servicio diario consistía en presentar ante Dios la
sangre del holocausto, como también el incienso que subía con las
oraciones de Israel. Así es como Cristo ofrece su sangre ante el
Padre en beneficio de los pecadores, y así es como presenta ante
él, además, junto con el precioso perfume de su propia justicia, las
oraciones de los creyentes arrepentidos. Tal era la obra desempeñada
en el primer departamento del santuario en el cielo.
Hasta allí siguieron los discípulos a Cristo por la fe cuando se
elevó de la presencia de ellos. Allí se concentraba su esperanza,
“la cual—dice San Pablo—tenemos como ancla del alma, segura
y firme, y que penetra hasta a lo que está dentro del velo; adonde,
como precursor nuestro, Jesús ha entrado por nosotros, constituido
sumo sacerdote para siempre”. “Ni tampoco por medio de la sangre
de machos de cabrío y de terneros, sino por la virtud de su propia
sangre, entró una vez para siempre en el lugar santo, habiendo ya
hallado eterna redención”.
Hebreos 6:19, 20
;
9:12 (VM)
.
Este ministerio siguió efectuándose durante dieciocho siglos en
el primer departamento del santuario. La sangre de Cristo, ofrecida
en beneficio de los creyentes arrepentidos, les aseguraba perdón y
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