Página 441 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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Una obra de reforma
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A falta de testimonio bíblico favorable, muchos, olvidando que
el mismo modo de argumentar había sido empleado contra Cristo
y sus apóstoles, decían con porfiado empeño: “¿Por qué nuestros
prohombres no entienden esta cuestión del sábado? Pocos creen
como vosotros. Es imposible que tengáis razón, y que todos los
sabios del mundo estén equivocados”.
Para refutar semejantes argumentos bastaba con citar las ense-
ñanzas de las Santas Escrituras y la historia de las dispensaciones
del Señor para con su pueblo en todas las edades. Dios obra por
medio de los que oyen su voz y la obedecen, de aquellos que en caso
necesario dirán verdades amargas, por medio de aquellos que no te-
men censurar los pecados de moda. La razón por la cual él no escoge
más a menudo a hombres de saber y encumbrados para dirigir los
movimientos de reforma, es porque confían en sus credos, teorías y
sistemas teológicos, y no sienten la necesidad de ser enseñados por
Dios. Solo aquellos que están en unión personal con la Fuente de la
sabiduría son capaces de comprender o explicar las Escrituras. Los
hombres poco versados en conocimientos escolásticos son llamados
a veces a declarar la verdad, no porque son ignorantes, sino por-
que no son demasiado pagados de sí mismos para dejarse enseñar
por Dios. Ellos aprenden en la escuela de Cristo, y su humildad y
obediencia los hace grandes. Al concederles el conocimiento de su
verdad, Dios les confiere un honor en comparación con el cual los
honores terrenales y la grandeza humana son insignificantes.
La mayoría de los que habían esperado el advenimiento de Cristo
rechazaron las verdades relativas al santuario y a la ley de Dios, y
muchos renunciaron además a la fe en el movimiento adventista para
adoptar pareceres erróneos y contradictorios acerca de las profecías
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que se aplicaban a ese movimiento. Muchos incurrieron en el error
de fijar por repetidas veces una fecha precisa para la venida de Cristo.
La luz que brillaba entonces respecto del asunto del santuario les
habría enseñado que ningún período profético se extiende hasta el
segundo advenimiento; que el tiempo exacto de este acontecimiento
no está predicho. Pero, habiéndose apartado de la luz, se empeñaron
en fijar fecha tras fecha para la venida del Señor, y cada vez fueron
chasqueados.
Cuando la iglesia de Tesalónica adoptó falsas creencias respecto
a la venida de Cristo, el apóstol Pablo aconsejó a los cristianos de