Página 453 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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La verdadera conversión es esencial
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como violadores de la ley de Dios, no se dan cuenta tampoco de
la necesidad que tienen de la sangre expiatoria de Cristo. Aceptan
la esperanza de salvación sin que se realice un cambio radical en
su corazón ni reforma en su vida. Así abundan las conversiones
superficiales, y multitudes se unen a la iglesia sin haberse unido
jamás con Cristo.
Falsas teorías sobre la santificación, debidas a que no se hizo caso
de la ley divina, o se la rechazó, desempeñan importante papel en
los movimientos religiosos de nuestros días. Esas teorías son falsas
en cuanto a la doctrina y peligrosas en sus resultados prácticos,
y el hecho de que hallen tan general aceptación hace doblemente
necesario que todos tengan una clara comprensión de lo que las
Sagradas Escrituras enseñan sobre este punto.
La doctrina de la santificación verdadera es bíblica. El apóstol
Pablo, en su carta a la iglesia de Tesalónica, declara: “Esta es la
voluntad de Dios, es a saber, vuestra santificación”. Y ruega así: “El
mismo Dios de paz os santifique del todo”.
1 Tesalonicenses 4:3
;
5:23 (VM)
. La Biblia enseña claramente lo que es la santificación,
y cómo se puede alcanzarla. El Salvador oró por sus discípulos:
“Santifícalos con la verdad: tu Palabra es la verdad”.
Juan 17:17, 19
(VM)
. Y San Pablo enseña que los creyentes deben ser santificados
por el Espíritu Santo.
Romanos 15:16
. ¿Cuál es la obra del Espíritu
Santo? Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando viniere aquel, el Espíritu
de verdad, él os guiará al conocimiento de toda la verdad”.
Juan
16:13 (VM)
. Y el salmista dice: “Tu ley es la verdad”. Por la Palabra
y el Espíritu de Dios quedan de manifiesto ante los hombres los
grandes principios de justicia encerrados en la ley divina. Y ya que
la ley de Dios es santa, justa y buena, un trasunto de la perfección
divina, resulta que el carácter formado por la obediencia a esa ley
será santo. Cristo es ejemplo perfecto de semejante carácter. Él dice:
“He guardado los mandamientos de mi Padre”. “Hago siempre las
cosas que le agradan”.
Juan 15:10
;
8:29 (VM)
. Los discípulos de
Cristo han de volverse semejantes a él, es decir, adquirir por la gracia
de Dios un carácter conforme a los principios de su santa ley. Esto
es lo que la Biblia llama santificación.
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Esta obra no se puede realizar sino por la fe en Cristo, por el
poder del Espíritu de Dios que habite en el corazón. San Pablo
amonesta a los creyentes: “Ocupaos en vuestra salvación con temor