Página 477 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El origen del mal y del dolor
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pérfidos designios. A los que estaban más estrechamente ligados
a él por el amor y la confianza, Satanás les hizo creer que había
sido mal juzgado, que no se había respetado su posición y que se
le quería coartar la libertad. Después de haber así desnaturalizado
las palabras de Cristo, pasó a prevaricar y a mentir descaradamente,
acusando al Hijo de Dios de querer humillarlo ante los habitantes
del cielo. Además trató de crear una situación falsa entre sí mismo y
los ángeles aún leales. Todos aquellos a quienes no pudo sobornar y
atraer completamente a su lado, los acusó de indiferencia respecto a
los intereses de los seres celestiales. Acusó a los que permanecían
fieles a Dios, de aquello mismo que estaba haciendo.
Y para sostener contra Dios la acusación de injusticia para con
él, recurrió a una falsa presentación de las palabras y de los actos
del Creador. Su política consistía en confundir a los ángeles con
argumentos sutiles acerca de los designios de Dios. Todo lo sencillo
lo envolvía en misterio, y valiéndose de artera perversión, hacía
nacer dudas respecto a las declaraciones más terminantes de Jehová.
Su posición elevada y su estrecha relación con la administración
divina, daban mayor fuerza a sus representaciones, y muchos ángeles
fueron inducidos a unirse con él en su rebelión contra la autoridad
celestial.
Dios permitió en su sabiduría que Satanás prosiguiese su obra
hasta que el espíritu de desafecto se convirtiese en activa rebeldía.
Era necesario que sus planes se desarrollaran por completo para
que su naturaleza y sus tendencias quedaran a la vista de todos.
Lucifer, como querubín ungido, había sido grandemente exaltado;
era muy amado de los seres celestiales y ejercía poderosa influencia
sobre ellos. El gobierno de Dios no incluía solo a los habitantes del
cielo sino también a los de todos los mundos que él había creado;
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y Satanás pensó que si podía arrastrar a los ángeles del cielo en
su rebeldía, podría también arrastrar a los habitantes de los demás
mundos. Había presentado arteramente su manera de ver la cuestión,
valiéndose de sofismas y fraude para conseguir sus fines. Tenia gran
poder para engañar, y al usar su disfraz de mentira había obtenido
una ventaja. Ni aun los ángeles leales podían discernir plenamente
su carácter ni ver adónde conducía su obra.
Satanás había sido tan altamente honrado, y todos sus actos
estaban tan revestidos de misterio, que era difícil revelar a los ángeles