Página 485 - El Conflicto de los Siglos (2007)

Basic HTML Version

Capítulo 31—El peor enemigo del hombre
“Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y
la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el
calcañar”.
Génesis 3:15
. La divina sentencia pronunciada contra
Satanás después de la caída del hombre fue también una profecía
que, abarcando las edades hasta los últimos tiempos, predecía el
gran conflicto en que se verían empeñadas todas las razas humanas
que hubiesen de vivir en la tierra.
Dios declara: “Enemistad pondré”. Esta enemistad no es fo-
mentada de un modo natural. Cuando el hombre quebrantó la ley
divina, su naturaleza se hizo mala y llegó a estar en armonía y no
en divergencia con Satanás. No puede decirse que haya enemistad
natural entre el hombre pecador y el autor del pecado. Ambos se
volvieron malos a consecuencia de la apostasía. El apóstata no des-
cansa sino cuando obtiene simpatías y apoyo al inducir a otros a
seguir su ejemplo. De aquí que los ángeles caídos y los hombres
[496]
malos se unan en desesperado compañerismo. Si Dios no se hubiese
interpuesto especialmente, Satanás y el hombre se habrían aliado
contra el cielo; y en lugar de albergar enemistad contra Satanás, toda
la familia humana se habría unido en oposición a Dios.
Satanás tentó al hombre a que pecase, como había inducido a los
ángeles a rebelarse, a fin de asegurarse su cooperación en su lucha
contra el cielo. No había disensión alguna entre él y los ángeles
caídos en cuanto al odio que sentían contra Cristo; mientras que
estaban en desacuerdo tocante a todos los demás puntos, era unánime
su oposición a la autoridad del Legislador del universo. Pero al oír
Satanás que habría enemistad entre él y la mujer, y entre sus linajes,
comprendió que serían contrarrestados sus esfuerzos por corromper
la naturaleza humana y que se capacitaría al hombre para resistirle.
Lo que enciende la enemistad de Satanás contra la raza humana,
es que ella, por intermedio de Cristo, es objeto del amor y de la
misericordia de Dios. Lo que él quiere entonces es oponerse al
plan divino de la redención del hombre, deshonrar a Dios mutilando
481