Página 486 - El Conflicto de los Siglos (2007)

Basic HTML Version

482
El Conflicto de los Siglos
y profanando sus obras, causar dolor en el cielo y llenar la tierra
de miseria y desolación. Y luego señala todos estos males como
resultado de la creación del hombre por Dios.
La gracia que Cristo derrama en el alma es la que crea en el
hombre enemistad contra Satanás. Sin esta gracia transformadora y
este poder renovador, el hombre seguiría siendo esclavo de Satanás,
siempre listo para ejecutar sus órdenes. Pero el nuevo principio
introducido en el alma crea un conflicto allí donde hasta entonces
reinó la paz. El poder que Cristo comunica habilita al hombre para
resistir al tirano y usurpador. Cualquiera que aborrezca el pecado en
vez de amarlo, que resista y venza las pasiones que hayan reinado en
su corazón, prueba que en él obra un principio que viene enteramente
de lo alto.
El antagonismo que existe entre el espíritu de Cristo y el espíritu
de Satanás se hizo particularmente patente en la forma en que el
mundo recibió a Jesús. No fue tanto porque apareció desprovisto
de riquezas de este mundo, de pompa y de grandeza, por lo que los
judíos le rechazaron. Vieron que poseía un poder más que capaz de
compensar la falta de aquellas ventajas exteriores. Pero la pureza y
santidad de Cristo atrajeron sobre él el odio de los impíos. Su vida
de abnegación y de devoción sin pecado era una continua reprensión
[497]
para aquel pueblo orgulloso y sensual. Eso fue lo que despertó
enemistad contra el Hijo de Dios. Satanás y sus ángeles malvados se
unieron con los hombres impíos. Todos los poderes de la apostasía
conspiraron contra el Defensor de la verdad.
La misma enemistad que se manifestó contra el Maestro, se ma-
nifiesta contra los discípulos de Cristo. Cualquiera que se dé cuenta
del carácter repulsivo del pecado y que con el poder de lo alto resista
a la tentación, despertará seguramente la ira de Satanás y de sus
súbditos. El odio a los principios puros de la verdad, las acusaciones
y persecuciones contra sus defensores, existirán mientras existan el
pecado y los pecadores. Los discípulos de Cristo y los siervos de
Satanás no pueden congeniar. El oprobio de la cruz no ha desapa-
recido. “Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús,
padecerán persecución”.
2 Timoteo 3:12
.
Los agentes de Satanás obran continuamente bajo su dirección
para establecer su autoridad y para fortalecer su reino en oposición
al gobierno de Dios. Con tal fin tratan de seducir a los discípulos