Página 489 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El peor enemigo del hombre
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no cederían a lo que suele llamarse actos inmorales, son brillantes
instrumentos de Satanás. Lo insidioso de su influencia y ejemplo los
convierte en enemigos de la causa de Dios más peligrosos que los
ignorantes.
Por medio de férvida oración y de entera confianza en Dios,
Salomón alcanzó un grado de sabiduría que despertó la admiración
del mundo. Pero cuando se alejó de la Fuente de su fuerza y se apoyó
en sí mismo, cayó presa de la tentación. Entonces las facultades
maravillosas que hablan sido concedidas al más sabio de los reyes,
solo le convirtieron en agente tanto más eficaz del adversario de las
almas.
Mientras que Satanás trata continuamente de cegar sus mentes
para que no lo conozcan, los cristianos no deben olvidar nunca que
no tienen que luchar, “contra sangre y carne; sino contra principados,
contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas
tinieblas, contra malicias espirituales en los aires”.
Efesios 6:12
. Esta
inspirada advertencia resuena a través de los siglos hasta nuestros
tiempos: “Sed templados, y velad; porque vuestro adversario el
diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devore”.
“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes
contra las asechanzas del diablo”.
1 Pedro 5:8
;
Efesios 6:11
.
Desde los días de Adán hasta los nuestros, el gran enemigo
ha ejercitado su poder para oprimir y destruir. Se está preparando
actualmente para su última campaña contra la iglesia. Todos los
que se esfuerzan en seguir a Jesús tendrán que entrar en lucha con
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este enemigo implacable. Cuanto más fielmente imite el cristiano al
divino Modelo, tanto más seguramente será blanco de los ataques
de Satanás. Todos los que están activamente empezados en la obra
de Dios, tratando de desenmascarar los engaños del enemigo y de
presentar a Cristo ante el mundo, podrán unir su testimonio al que
da San Pablo cuando habla de servir al Señor con toda humildad y
con lágrimas y tentaciones.
Satanás asaltó a Cristo con sus tentaciones más violentas y su-
tiles; pero siempre fue rechazado. Esas batallas fueron libradas en
nuestro favor; esas victorias nos dan la posibilidad de vencer. Cristo
dará fuerza a todos los que se la pidan. Nadie, sin su propio consenti-
miento, puede ser vencido por Satanás. El tentador no tiene el poder
de gobernar la voluntad o de obligar al alma a pecar. Puede angustiar,