Página 50 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
como oponiéndose a Dios y ensalzándose a sí mismo sobre Dios.
Ese gigantesco sistema de falsa religión es obra maestra del poder
de Satanás, un monumento de sus esfuerzos para sentarse él en el
trono y reinar sobre la tierra según su voluntad.
Satanás se había esforzado una vez por hacer transigir a Cristo.
Vino adonde estaba el Hijo de Dios en el desierto para tentarle, y
mostrándole todos los reinos del mundo y su gloria, ofreció entre-
gárselo todo con tal que reconociera la supremacía del príncipe de
las tinieblas. Cristo reprendió al presuntuoso tentador y le obligó a
marcharse. Pero al presentar las mismas tentaciones a los hombres,
Satanás obtiene más éxito. A fin de asegurarse honores y ganancias
mundanas, la iglesia fue inducida a buscar el favor y el apoyo de los
grandes de la tierra, y habiendo rechazado de esa manera a Cristo,
tuvo que someterse al representante de Satanás, el obispo de Roma.
Una de las principales doctrinas del romanismo enseña que el
papa es cabeza visible de la iglesia universal de Cristo, y que fue
investido de suprema autoridad sobre los obispos y los pastores de
todas las partes del mundo. Aun más, al papa se le han dado los
títulos propios de la divinidad. Se le ha titulado “Señor Dios el Papa”
(véase el Apéndice), y se le ha declarado infalible. Exige que todos
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los hombres le rindan homenaje. La misma pretensión que sostuvo
Satanás cuando tentó a Cristo en el desierto, la sostiene aún por
medio de la iglesia de Roma, y muchos son los que están dispuestos
a rendirle homenaje.
Empero los que temen y reverencian a Dios, resisten esa preten-
sión, que es un desafío al cielo, como resistió Cristo las instancias
del astuto enemigo: “¡Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo ser-
virás!”
Lucas 4:8 (VM)
. Dios no ha hecho alusión alguna en su
Palabra a que él haya elegido a un hombre para que sea la cabeza de
la iglesia. La doctrina de la supremacía papal se opone abiertamente
a las enseñanzas de las Santas Escrituras. Solo por usurpación puede
el papa ejercer autoridad sobre la iglesia de Cristo.
Los romanistas se han empeñado en acusar a los protestantes
de herejía y de haberse separado caprichosamente de la verdadera
iglesia. Pero estos cargos recaen más bien sobre ellos mismos. Ellos
son los que arriaron la bandera de Cristo y se apartaron de “la fe que
ha sido una vez dada a los santos”.
Judas 3
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