Página 502 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
y pidiendo ardientemente a Dios que las guie, no tienen escudo
contra el error. Satanás está listo para satisfacer los deseos de sus
corazones y poner las seducciones en lugar de la verdad. Fue así
como el papado estableció su poder sobre los hombres; y al recha-
zar la verdad porque entraña una cruz, los protestantes siguen el
mismo camino. Todos aquellos que descuiden la Palabra de Dios
para procurar su comodidad y conveniencia, a fin de no estar en
desacuerdo con el mundo, serán abandonados a su propia suerte
y aceptarán herejías condenables que considerarán como verdad
religiosa. Los que rechacen voluntariamente la verdad concluirán
por aceptar todos los errores imaginables; y alguno que mire con
horror cierto engaño aceptará gustosamente otro. El apóstol Pablo,
hablando de una clase de hombres que “no admitieron el amor de la
verdad, para que fuesen salvos”, declara: “Por esto, Dios les envía la
eficaz operación de error, a fin de que crean a la mentira; para que
sean condenados todos aquellos que no creen a la verdad, sino que
se complacen en la injusticia”.
2 Tesalonicenses 2:10-12 (VM)
. En
vista de semejante advertencia nos incumbe ponernos en guardia
con respecto a las doctrinas que recibimos.
Entre las trampas más temibles del gran seductor figuran las
enseñanzas engañosas y los fementidos milagros del espiritismo.
Disfrazado como ángel de luz, el enemigo tiende sus redes donde
menos se espera. Si tan solo los hombres quisieran estudiar el Libro
de Dios orando fervientemente por comprenderlo, no serían dejados
en las tinieblas para recibir doctrinas falsas. Pero como rechazan la
verdad, resultan presa fácil para la seducción.
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Otro error peligroso es el de la doctrina que niega la divinidad
de Cristo, y asevera que él no existió antes de su venida a este
mundo. Esta teoría encuentra aceptación entre muchos que profesan
creer en la Biblia; y sin embargo contradice las declaraciones más
positivas de nuestro Salvador respecto a sus relaciones con el Padre,
a su divino carácter y a su preexistencia. Esta teoría no puede ser
sostenida sino violentando el sentido de las Sagradas Escrituras
del modo más incalificable. No solo rebaja nuestro concepto de
la obra de redención, sino que también socava la fe en la Biblia
como revelación de Dios. Al par que esto hace tanto más peligrosa
dicha teoría la hace también más difícil de combatir. Si los hombres
rechazan el testimonio que dan las Escrituras inspiradas acerca de la