Página 516 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
pensamientos se volvieron del hijo muerto al hijo vivo que se había
desterrado voluntariamente por temor al justo castigo de su crimen.
¡Y esto es una evidencia de que el incestuoso y ebrio Amnón fue al
morir llevado inmediatamente a la morada de los bienaventurados,
para ser purificado y preparado allí para la sociedad de los ánge-
les inmaculados! ¡Fábula amena, por cierto, muy apropiada para
satisfacer el corazón carnal ¡Es la doctrina del mismo Satanás y
produce el efecto que él desea! ¿Es entonces de extrañar que con
tales enseñanzas la iniquidad abunde?
La conducta de este falso maestro ilustra la de otros muchos.
Desprenden de sus contextos unas cuantas palabras de las Sagradas
Escrituras, por más que en muchos casos aquellos encierren un
significado contrario al que se les presta; y esos pasajes así aislados
se tuercen y se emplean para probar doctrinas que no tienen ningún
fundamento en la Palabra de Dios. El pasaje citado para probar
que el borracho Amnón está en el cielo, no pasa de ser una mera
conjetura, a la que contradice terminantemente la declaración llana
y positiva de las Santas Escrituras de que los dados a la embriaguez
no poseerán el reino de Dios.
1 Corintios 6:10
. Y así es como los
que dudan, los incrédulos y los escépticos convierten la verdad en
mentira. Y con tales sofismas se engaña a muchos y se los arrulla en
la cuna de una seguridad carnal.
Si fuese cierto que las almas de todos los hombres van directa-
mente al cielo en la hora de la disolución, entonces bien podríamos
anhelar la muerte antes que la vida. Esta creencia ha inducido a
muchas personas a poner fin a su existencia. Cuando está uno ano-
nadado por los cuidados, por las perplejidades y los desengaños,
parece cosa fácil romper el delgado hilo de la vida y lanzarse hacia
la bienaventuranza del mundo eterno.
Dios declara positivamente en su Palabra que castigará a los
transgresores de su ley. Los que se lisonjean con la idea de que
es demasiado misericordioso para ejecutar su justicia contra los
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pecadores, no tienen más que mirar a la cruz del Calvario La muerte
del inmaculado Hijo de Dios testifica que “la paga del pecado es
muerte”, que toda violación de la ley de Dios debe recibir su justa
retribución. Cristo, que era sin pecado, se hizo pecado a causa del
hombre. Cargó con la culpabilidad de la transgresión y sufrió tanto,
cuando su Padre apartó su faz de él, que su corazón fue destrozado