Página 515 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El misterio de la inmortalidad
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nos dan al respecto ha de resolver tan tremendo problema. Amnón
era pecador en extremo; era impenitente, se embriagó y fue muerto
en ese estado. David era profeta de Dios; debía saber si Amnón se
encontraba bien o mal en el otro mundo. ¿Cuáles fueron las expre-
siones de su corazón?: ‘El rey David deseó ver a Absalón: porque
estaba consolado acerca de Amnón que había muerto’.
“¿Y qué debemos deducir de estas palabras? ¿No es acaso que
los sufrimientos sin fin no formaban parte de su creencia religio-
sa? Así lo entendemos nosotros; y aquí encontramos un argumento
triunfante en apoyo de la hipótesis más agradable, más luminosa y
más benévola de la pureza y de la paz finales y universales. Se había
consolado de la muerte de su hijo. ¿Y por qué? Porque podía con
su ojo de profeta echar una mirada hacia el glorioso estado, ver a
su hijo muy alejado de todas las tentaciones, libertado y purificado
de la esclavitud y corrupciones del pecado, y, después de haber sido
suficientemente santificado e iluminado, admitido a la asamblea de
espíritus superiores y dichosos. Su solo consuelo consistía en que su
hijo amado al ser recogido del presente estado de pecado y padeci-
miento, había ido adonde el soplo sublime del Espíritu Santo sería
derramado sobre su alma oscurecida; adonde su espíritu se desa-
rrollaría con la sabiduría del cielo y con los dulces transportes del
amor eterno, a fin de ser así preparado para gozar con una naturaleza
santificada del descanso y de las glorias de la herencia eterna.
“Con esto queremos dar a entender que creemos que la salvación
del cielo no depende en nada de lo que podamos hacer en esta vida,
ni de un cambio actual de corazón, ni de una creencia actual ni de
una profesión de fe religiosa”.
Así es como este profeso ministro de Cristo reitera la mentira ya
dicha por la serpiente en Edén: “De seguro que no moriréis”. “En el
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día que comiereis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como
Dios”. Afirma que los más viles pecadores—el homicida, el ladrón
y el adúltero—serán preparados después de la muerte para gozar de
la eterna bienaventuranza.
¿Y de dónde saca sus conclusiones este falseador de las Sagradas
Escrituras? De una simple frase que expresa la sumisión de David a
la dispensación de la Providencia. Su alma “deseó ver a Absalón:
porque estaba consolado acerca de Amnón que era muerto”. Al
mitigarse con el andar del tiempo la acrimonia de su aflicción, sus