Página 540 - El Conflicto de los Siglos (2007)

Basic HTML Version

536
El Conflicto de los Siglos
todo mi poder’” (J. Strong,
Our Country
, cap. 5, párrs. 2-4).[
(véase
el Apéndice de referencias corregido)
]
Es cierto que hay verdaderos cristianos en la Iglesia Católica
romana. En ella, millares de personas sirven a Dios según las me-
jores luces que tienen. Les es prohibido leer su Palabra
(véase el
Apéndice)
, debido a lo cual no pueden discernir la verdad. Nunca
han visto el contraste que existe entre el culto o servicio vivo rendido
con el corazón y una serie de meras formas y ceremonias. Dios mira
con tierna misericordia a esas almas educadas en una fe engañosa e
insuficiente. Hará penetrar rayos de luz a través de las tinieblas que
las rodean. Les revelará la verdad tal cual es en Jesús y muchos se
unirán aún a su pueblo.
Pero el romanismo, como sistema, no está actualmente más en
armonía con el evangelio de Cristo que en cualquier otro período de
su historia. Las iglesias protestantes se hallan sumidas en grandes
tinieblas, pues de lo contrario discernirían las señales de los tiempos.
La iglesia romana abarca mucho en sus planes y modos de operación.
Emplea toda clase de estratagemas para extender su influencia y
aumentar su poder, mientras se prepara para una lucha violenta y
resuelta a fin de recuperar el gobierno del mundo, restablecer las
persecuciones y deshacer todo lo que el protestantismo ha hecho.
El catolicismo está ganando terreno en todas direcciones. Véase el
número creciente de sus iglesias y capillas en los países protestantes.
Nótese en Norteamérica la popularidad de sus colegios y seminarios,
[554]
tan patrocinados por los protestantes. Piénsese en la extensión del
ritualismo en Inglaterra y en las frecuentes deserciones a las filas
católicas. Estos hechos deberían inspirar ansiedad a todos los que
aprecian los puros principios del evangelio.
Los protestantes se han entremetido con el papado y lo han
patrocinado; han hecho transigencias y concesiones que sorprenden
a los mismos papistas y les resultan incomprensibles. Los hombres
cierran los ojos ante el verdadero carácter del romanismo, ante los
peligros que hay que temer de su supremacía. Hay necesidad de
despertar al pueblo para hacerle rechazar los avances de este enemigo
peligrosísimo de la libertad civil y religiosa.
Muchos protestantes suponen que la religión católica no es atrac-
tiva y que su culto es una serie de ceremonias áridas y sin significado.
Pero están equivocados. Si bien el romanismo se basa en el engaño,