Página 551 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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La libertad de conciencia amenazada
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en el día del Señor, domingo”.
Ibíd., 281, 282
. Los que estaban piso-
teando la ley divina no ignoraban el carácter de la obra que estaban
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realizando. Se estaban colocando deliberadamente por encima de
Dios.
Un ejemplo sorprendente de la política de Roma contra los
que no concuerdan con ella se encuentra en la larga y sangrienta
persecución de los valdenses, algunos de los cuales observaban el
sábado. Otros sufrieron de modo parecido por su fidelidad al cuarto
mandamiento. La historia de las iglesias de Etiopía, o Abisinia, es
especialmente significativa. En medio de las tinieblas de la Edad
Media, se perdió de vista a los cristianos del África central, quienes,
olvidados del mundo, gozaron de plena libertad en el ejercicio de
su fe. Pero al fin Roma descubrió su existencia y el emperador de
Abisinia fue pronto inducido a reconocer al papa como vicario de
Cristo. Esto fue principio de otras concesiones. Se proclamó un
edicto que prohibía la observancia del sábado, bajo las penas más
severas. Véase Michael Geddes,
Church History of Ethiopia, 311,
312
. Pero la tiranía papal se convirtió luego en yugo tan amargo
que los abisinios resolvieron sacudirlo. Después de una lucha te-
rrible, los romanistas fueron expulsados de Abisinia y la antigua
fe fue restablecida. Las iglesias se regocijaron en su libertad y no
olvidaron jamás la lección que habían aprendido respecto al engaño,
al fanatismo y al poder despótico de Roma. En medio de su reino
aislado se sintieron felices de permanecer desconocidos para el resto
de la cristiandad.
Las iglesias de África observaban el sábado como lo había ob-
servado la iglesia papal antes de su completa apostasía. Al mismo
tiempo que guardaban el séptimo día en obediencia al mandamiento
de Dios, se abstenían de trabajar el domingo conforme a la costum-
bre de la iglesia. Al lograr el poder supremo, Roma había pisoteado
el día de reposo de Dios para enaltecer el suyo propio; pero las igle-
sias de África, desconocidas por cerca de mil años, no participaron
de esta apostasía. Cuando cayeron bajo el cetro de Roma, fueron
forzadas a dejar a un lado el verdadero día de reposo y a exaltar el
falso; pero apenas recobraron su independencia volvieron a obedecer
el cuarto mandamiento (véase el Apéndice).
Estos recuerdos de lo pasado ponen claramente de manifiesto
la enemistad de Roma contra el verdadero día de reposo y sus de-