Página 569 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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Nuestra única salvaguardia
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independiente suficientes para seguir sus propias convicciones acerca
del deber.
La verdad y la gloria de Dios son inseparables, y nos es imposible
honrar a Dios con opiniones erróneas cuando tenemos la Biblia a
nuestro alcance. Muchos sostienen que no importa lo que uno cree,
siempre que su conducta sea buena. Pero la vida es modelada por la
fe. Si teniendo la luz y la verdad a nuestro alcance, no procuramos
conocerla, de hecho la rechazamos y preferimos las tinieblas a la
luz.
“Hay camino que parece derecho al hombre, mas su salida son
caminos de muerte”.
Proverbios 16:25
. La ignorancia no disculpa
el error ni el pecado, cuando se tiene toda oportunidad de conocer
la voluntad de Dios. Tomemos el caso de un hombre que estando
de viaje llega a un punto de donde arrancan varios caminos en
direcciones indicadas en un poste. Si no se fija en este y escoge
el camino que mejor le parezca, por sincero que sea, es más que
probable que errará el rumbo.
Dios nos ha dado su Palabra para que conozcamos sus enseñan-
zas y sepamos por nosotros mismos lo que él exige de nosotros.
Cuando el doctor de la ley preguntó a Jesús: “¿Haciendo qué cosa,
poseeré la vida eterna?” el Señor lo remitió a las Sagradas Escrituras,
diciendo: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?” La ignorancia
no excusará ni a jóvenes ni a viejos, ni los librará tampoco del cas-
tigo que corresponde a la infracción de la ley de Dios, pues tienen
a la mano una exposición fiel de dicha ley, de sus principios y de
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lo que ella exige del hombre. No basta tener buenas intenciones;
no basta tampoco hacer lo que se cree justo o lo que los ministros
dicen serlo. La salvación de nuestra alma está en juego y debemos
escudriñar por nuestra cuenta las Santas Escrituras. Por arraigadas
que sean las convicciones de un hombre, por muy seguro que esté
de que el pastor sabe lo que es verdad, nada de esto debe servirle
de fundamento. El tiene un mapa en el cual van consignadas todas
las indicaciones del camino para el cielo y no tiene por qué hacer
conjeturas.
El primero y más alto deber de toda criatura racional es el de
escudriñar la verdad en las Sagradas Escrituras y luego andar en la
luz y exhortar a otros a que sigan su ejemplo. Día tras día deberíamos
estudiar diligentemente la Biblia, pesando cada pensamiento y com-